lunes, 28 de marzo de 2011

MI CARRERA COMO DELINCUENTE

Mi carrera como delincuente comenzó a los quince años y todo nació de la necesidad. Había suspendido una evaluación de inglés, ya ves tú, y mi padre me había castigado con no salir de la habitación durante el fin de semana. Hacía un par de días que había sido mi cumpleaños y mi amigo Carlos me había regalado la primera parte de El señor de los anillos, de Tolkien, en esa edición que aún conservo de la Editorial Minotauro. Algo había oído, pero no tenía muy claro qué era lo que contaba aquel libro. Comencé a leerlo el viernes por la noche y, según avanzaba, disminuía la sensación de sueño, al contrario de lo habitual. Lo leí entero en el fin de semana y aquel castigo lo recuerdo como el más placentero de mi carrera delictiva. Llegó el lunes y Carlos me dijo que la segunda y tercera parte eran aún mejores. Entonces llegué a casa dispuesto a pedir a mis padres que me los compraran. Se negaron hasta que vieran un aprobado en inglés. Fui a la librería del barrio, directo a la sección de género fantástico. Allí estaba, atrayente y magnético. Leí la primera página y ya noté que no podía parar. Volví a casa cabreado con el mundo y con la mala persona que había inventado el dinero.
Mis padres habían salido a cenar y pensé que si cogía dinero del cajón de mi madre, (de ese sitio que ella creía secreto), nadie se iba a enterar. Sólo lo hice por sentirme apoyado por la fuerza de Gandalf, lo juro. Al día siguiente, Miss Marple disfrazada de mi madre me llamó a su habitación. Falta dinero, has sido tú. Era una afirmación, no una pregunta, y ante tal alarde de deducciones me vine abajo y reconocí mi delito (mi umbral del dolor es muy bajo y no soporto la presión). No le gustó que robara pero le conmovió el motivo. Me perdonó con un "no se lo digas a tu padre".
A la mañana siguiente, un sobre esperaba en mi mesa de estudio, junto a mi diccionario de inglés. Para la tercera parte, decía, firmado mamá, y dentro dinero.
Mi carrera de delincuente terminó también a los quince. Fue corta pero intensa.

5 comentarios:

  1. :)Por tus delitos deberían imponerte la condena de, dos volumenes de la Editorial Espasa sobre cada mano y sólo indultarte cuando tengas completada la lectura de los Episodios Nacionales.
    Que bueno es acordarse de esas cosas ¿Verdad?

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  2. Qué curioso ¿verdad? hay comportamientos comunes en todas las madres. Será la raza, digo yo.

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  3. ... Umpa, será el amor...
    ... Anita, espero que nunca me toques como juez...

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  4. Las madres somos muy blandas sobretodo tratándose de un delito como el que relatas. Muy tiernos el delito y la forma de contarlo.

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  5. ... gracias Anne... supongo que poco después me convertí en un adolescente capullo y dejé de ser tierno...

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