sábado, 21 de mayo de 2016

INVENTARIO CAÓTICO I

Me gusta ver a mis hijas dormir; me gusta el rugby desde la grada y el tenis en la pista; los cuadernos nuevos y los coches viejos; me gusta el fuego con un piano de fondo; tengo debilidad por los flequillos largos y cruzados, de esos que hay que sujetar detrás de la oreja; enloquezco cuando una mujer se coloca el flequillo detrás de la oreja; me gusta el francés, hablado, no escrito; el color negro y el turquesa; andar descalzo en casa; las gafas siempre limpias y la imaginación, a veces, sucia; escuchar a los que saben e ignorar a los que se creen saber; me gusta pasear con las manos en los bolsillos y sentir cómo todo el mundo tiene más prisa que yo; disfruto observando desde la distancia y de las terrazas al sol en otoño, vacías, con un camarero veterano de chaquetilla blanca y sin peinado de futbolista; me gusta que me pongan una pasta en el platillo del café; me gusta la gente que sonríe cuando saluda y la que llora en el cine; y, claro, me encanta ver desperezarse a mi mujer los sábados por la mañana.


No me gustan los tatuajes que se borran; odio a la gente que te ofrece un antídoto después de envenenarte; no me gustan los bolígrafos verdes, el mus ni las apuestas; no entiendo las tendencias, ni que las sigan; no me gustan los peinados de los futbolistas, ni que los copien; no me gustan los referentes, las selecciones por defecto ni la política en funciones; no me gustan las escaleras de caracol; enfermo al entrar en un banco; no aguanto secarme con una toalla mojada y tampoco que me pidan que sonría para hacerme una fotografía; no me gusta que me toquen la cabeza ni las respuestas por silencio administrativo; odio que los relojes se atrasen, las subtramas y los baños sin ventana; no me gustan las camisetas sin mangas ni los sobacos que las llevan; no puedo con los bolígrafos de punta fina ni con los tramposos de manga ancha; odio el despertador de los lunes…, y de los martes; no me gusta meterme en un coche aparcado al sol, la ropa de colores chillones ni los álbumes de fotos; y, claro, llevo muy mal que mi mujer se despierte antes que yo y no pueda observarla mientras se despereza.

jueves, 12 de mayo de 2016

LOS CAFÉS

Eran las siete y veinte cuando el médico salió de la consulta quitándose la bata, lo que venía a significar que la conversación con ella no tenía carácter profesional. Quiso el neurólogo saber antes de nada a qué se debía la visita, aunque creía conocer el motivo. Una vez confirmadas sus suposiciones, cometió uno de los errores que todo médico jamás debe cometer:
   — ¿Por qué no lo hablamos tomando un café?
Los cafés, sacados de contexto, acercan mucho. A veces demasiado.
   —Te espero abajo.
    

lunes, 9 de mayo de 2016

EL NOTARIO

Es el notario de Madrid que mejor combina el whisky con el derecho civil. Amigo de la familia de toda la vida, colaborador profesional en el negocio y mi compañero de mesa favorito en las aburridas comidas de los domingos. Casado y divorciado tantas veces que se jacta de dejar en evidencia a Elisabeth Taylor. Padre de cinco hijos repartidos por varios apellidos. “Me encanta complicarle la vida al que quiera montar mi árbol genealógico”, presume a carcajadas. Siempre confesó que eligió ser notario por dinero. “Que me toque la lotería es imposible, ¿no?”, dice a menudo, “pues lo más parecido a eso debe ser una notaría en el barrio de Salamanca”. Dicho y hecho.