martes, 28 de abril de 2015

ESTUVE ALLÍ

"París, mayo del 68.
Es verdad, mientras yo miraba, Flavio actuaba, pero jamás me sentí inferior por no sacar las manos de los bolsillos. Se dejó el pelo largo por solidaridad más que por moda. A mi me lo propuso, pero después de valorarlo unos segundos frente al espejo, pensé que mejor quedarme como estaba. Yo no había venido al mundo a pegarme con nadie ni a apoyar revoluciones. Qué le iba a hacer, no me sale eso de dar voces y repartir octavillas en las universidades. Mayo, para mí, era el mes de la primavera, la época de las flores, no la de las revoluciones. Pero sí, estuve allí, y corrí delante de los gendarmes porque todo el mundo lo hacía aunque fuera el único de los presentes que desconocía la razón de aquello. Seguía a Flavio por amistad, no por compromiso".
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miércoles, 8 de abril de 2015

EVADIDA

 

Hacían el amor. Seguro que estaban haciendo el amor.
La madera de las paredes no tenía el suficiente grosor como para insonorizar las habitaciones. Martina intentaba leer en la cama con los jadeos de Sandra al otro lado de la pared. Estaba tapada con el edredón a pesar de ser verano, le reconfortaba esa sensación de sentirse cubierta, con un libro de Murakami apoyado en el pecho. Cuando fue a pasar de página se dio cuenta de que no se había enterado de nada de lo que había le...ído y volvió atrás, hasta el principio del capítulo. Fue infructuoso el esfuerzo. De pronto sintió como su propia respiración se aceleraba y Murakami subía y bajaba más agitado. Puede que sin quererlo se hubiera sincronizado con la excitación de Sandra. Empezó a sentir calor. Sacó una pierna fuera del edredón y notó el cambio de temperatura: una pierna caliente y otra fría. “Para compensar”, pensó. Cerró definitivamente el libro olvidando poner el punto de lectura. Su mente, evadida, no estaba para ese tipo de detalles.
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lunes, 6 de abril de 2015

MALETÍN

Y allí estaba yo, sentado con la tostada en la mano, dejando que el café se enfriase, ajeno al periódico que amablemente había dejado el camarero sobre la mesa, mirando sin pestañear cómo la vida se movía delante de mí con la sensación de no pertenecer a ella. Todo se movía a distinta velocidad que yo, solo en aquella terraza rodeado de gente en movimiento. Por primera vez me sentí excluido igual que el niño gordo que siempre llega el último, caminando, en las carreras de las clases de gimnasia. Miraba a aquellos hombres con maletines de piel. ¿Qué llevarán?, ¿qué puede tener alguien tan importante como para meterlo en un maletín y desplazarlo de un lugar a otro?, ¿por qué yo no tengo nada que llevar en un maletín?

domingo, 5 de abril de 2015

SIN NOMBRE NO HAY CULPA

 








Quiso imaginar que no le conocía, que simplemente era un cliente en un hotel, alguien ajeno a su vida, un hombre viajando, sin más, al que la casualidad había colocado a su lado. Desconocía su nombre, su oficio, su procedencia y su destino. Sólo era un hombre. Le despojó de personalidad para no sentirse culpable.