La banca cívica (www.bancacivica.es) organizó el sábado un encuentro con entidades sociales que reunió a veinte mil personas. Ennumerar a todas las asociaciones que colaboraron es imposible, y hacerlo sólo con las que recuerdo, dejaría en muy mal lugar a mis neuronas, así que me voy a limitar a comentar el motivo de mi visita. Primero decir que cuando llegué, lo que más me sorprendió fue que aquello parecía una fiesta por todo lo alto. Pero claro, yo iba con mis hijas dispuesto a explicarlas que hay personas con problemas que necesitan nuestra colaboración, y que no tienen los medios necesarios, niños con discapacidades, mayores sin memoria, personas ausentes, etc..., un etc muy largo, demasiado. Y de pronto aquello era música, globos, dibujos, colores, bailes y risas. Se celebraba en Goya, frente al Palacio de Deportes, y la plaza estaba llena de gente, gente en general, todos mezclados: niños down bailando, monitores, personas con parálisis cerebral repartiendo pegatinas y folletos, coros amenizando la velada que luego me enteré que formaban parte de una asociación que se dedica a cantar por hospitales y residencias... en fin, ya sabéis... y todos sonriendo. Pasaban los minutos y ya no tenía que explicar nada a mis hijas, ya todo lo veían por sí solas. Me resulta complicado, eso sí, explicar aquí el revoltijo de sensaciones que se centrifugaban en mi corazón a la vez que paseaba por los stands.
Yo había ido a ver a mi amigo Julian Isla, que es el presidente de la Delegación en España de la Dravet Syndrome Foundation (USA), por cierto que os ruego echéis un vistazo a DSF Europe en Facebook o en www.dravetfoundation.eu. Mientras me explicaba su proyecto, mi cabeza iba asimilando la información con cierta dosis de... no sé... ¿y yo qué?, o algo así. Al cabo de un rato, después de ver todo lo que estaba haciendo aquella gente, una vez comprobada la felicidad que reporta el ayudar a los demás a juzgar por la cara de todos los cooperantes, me vi a mí mismo pensando qué podía hacer yo. Y así surgió la idea. Oye, Julian, y si dono parte de los derechos a DSF. Él no dijo nada pero sonrió, aunque ya me encargué yo de decirle que no se entusiasmara mucho, que yo no era Javier Marías. Da igual, me dijo, lo importante es ayudar. Y entonces rubriqué todo aquello con un abrazo prometiéndole que HELMUT donaba el 50% de los derechos de autor que genere la venta del libro a la Delegación en España de la Dravet Syndrome Foundation.
Pues ya está, ya lo he dicho, espero que sirva para algo.