jueves, 27 de octubre de 2011

LAS ESTUPIDECES

El tío era un impresentable. Broker, me dijo, jactándose de que sólo se dedicaba a jugar en bolsa con el dinero de los demás. Le conocí en una terraza de la Castellana hace ahora cuatro años, una noche que yo había salido con mis amigas. Recuerdo que era jueves y que él venía directamente de la oficina. Noté pronto que no paraba de mirarme y al rato se presentó. Era guapo, sí, pero presuntuoso. Hablaba mucho, a veces atropelladamente y su tema favorito era él mismo. Iba de coca, lo que no me hacía gracia. Me dijo que acababa de cerrar una operación de varios millones en una conversación de tan sólo dos minutos. Se vanagloriaba del dinero que había ganado en un cuarto de hora. Era un patán. Supongo que me pilló desprevenida cuando accedí a darle mi móvil. Me llamó al día siguiente para venir a buscarme. Se presentó en casa con un descapotable inglés color burdeos. Mi padre lo vio desde la ventana de arriba. Creo que le gustó porque no me puso objeciones para salir con él. Coqueteamos durante unos meses no sé muy bien por qué. O sí. Me gustaba, la verdad, aunque sabía que no me convenía. Intuía que la cosa no podía funcionar. Era opuesto a mí en todo y a pesar de ello me casé con él.
Mi matrimonio ha durado lo mismo que su coche nuevo, año y medio, y menos mal, porque no le aguantaba más. Nunca he sabido por qué empecé con él. Dicen que es más habitual de lo que parece pero que raramente le ocurre dos veces a la misma persona. Las estupideces se suelen hacer una sola vez. Espero.

martes, 25 de octubre de 2011

BROOKLYN FOLLIES, Paul Auster (PÁRRAFOS)



La vida se metió por medio; dos años en el ejército, trabajo, matrimonio, responsabilidades familiares, necesidad de ganar más dinero, toda esa cagada que nos deja empantanados cuando no tenemos los cojones de luchar por lo que queremos.

BROOKLYN FOLLIES, Paul Auster, editorial Anagrama.

EL PUNTO ROJO

Hoy me he levantado con el ojo morado y la marca de un anillo en el pómulo. Llevo un rato pensando todo tipo de mentiras para esquivar las preguntas, pero creo que lo mejor es contar la verdad. Ayer fui a la inauguración de una exposición de un amigo. Le había prometido que le compraría una obra, así que nada más verme, después del abrazo de rigor y la copa de vino, me dio unas cuantas pegatinas de puntos rojos. Con una me basta, le dije. Tú llévatelas por si acaso. Bueno, pues paseando por la galería vi, entre cuadro y cuadro, a una chica de espaldas, edad indefinida, melena negra y brillante, chaqueta de ante y vaqueros desgastados. Me coloqué a su lado y, mirando un lienzo monocromático azul y otro naranja, la pregunté si conocía al artista. Me dijo que sí. Roto el hielo, quise saber cual de los dos cuadros le gustaba más. Me contestó que el azul. Yo, todo chulo, puse una pegatina debajo del cuadro y, al volverme, se me ocurrió pegarle otra en la solapa de su chaqueta.
¿Por que no me dijo mi amigo que tenía novia nueva?, no lo entiendo, la verdad.

lunes, 24 de octubre de 2011

CUARTO MILENIO

No sé si lo visteis, pero el otro día salí en Cuarto milenio. Era tal la excepcionalidad de mi caso que el propio Iker Giménez me entrevistó en su estudio. Hubo un reportaje previo que grabaron en mi casa la semana pasada. Yo creo que la dirección del programa se quedó verdaderamente sorprendida de aquello, así que se pusieron en contacto con un especialista americano, un tipo de Los Ángeles de pelo largo y gafas de cristales enormes que decía tener conexión con los espíritus de los apaches. La noticia corrió como la pólvora hasta llegar a Hollywood. Hoy ha venido un representante de una productora independiente, quieren hacer una película. No sé, a mi todo esto me parece que se está saliendo de madre. Sí, ya sé que no es normal que sea la única persona del mundo a la que le crece el césped artificial de su jardín, pero de ahí a todo esta movida... creo que exageran. No sé qué podría pasar si se enteran de que las muñecas de mis hijas les hacen los deberes.

domingo, 23 de octubre de 2011

LA PUNTUALIDAD

'Nos vemos el fin de semana y algo haremos', le dijo a su hijo por teléfono, 'ahora pásame a tu madre'.
'Dime'
'Nada, no tengo nada que decirte, sólo que seas puntual el sábado'.

Ella llegó tarde el sábado, como todos los putos sábados. Los sábados eran su arma para cabrearle; siempre tenía un sábado dispuesto en la recámara.

'Mañana sé puntual', le dijo ella al entregarle a su hijo.

El domingo fue él quien se retrasó, como todos los putos domingos. Los domingos eran su arma para sacarla de quicio; siempre tenía un domingo preparado para disparar.

'Eres un cabrón', le dijo el domingo en la puerta de su casa a modo de despedida.
'Te veo en quince días, cariño', se despidió él de su hijo antes de disolverse entre el tráfico de la avenida.

Al día siguiente, lunes, los dos se levantaron a la hora de siempre, las 7:40 de la mañana, y no llegaron ni un segundo tarde a su despacho. Puntuales.

jueves, 20 de octubre de 2011

MENSAJES SMS


El otro día me llegó un mensaje extraño a mi móvil. Alguien me pedía perdón y una nueva oportunidad. Contesté con otro mensaje advirtiendo que había tecleado un número erróneo, pero que si la hacía sentirse mejor, yo la perdonaba. Me imaginé que era mujer para sentirme más cómodo. Me contestó preguntando quién era yo. Entonces decidí llamar. Efectivamente era mujer, de Bilbao. Hablamos un buen rato y al final, después de media hora, me preguntó si debía pedirle otra oportunidad a su pareja. No pude evitar que saliera mi vena perversa y la aconsejé que no lo hiciera. 'A lo hecho, pecho'. Pobre, pareció entenderlo y lo acepto como si yo fuera su psicólogo.
Esta mañana he vuelto a recibir un mensaje suyo: "¿Te pilla muy lejos Bilbao?" Desconozco sus intenciones, pero voy a ignorar el asunto no vaya a ser que me quiera partir la cara.

martes, 18 de octubre de 2011

LA CICATRIZ DE LA CEJA


Tengo una cicatriz en forma de ele encima de la ceja. Cuando sonrío se marca un poco y me queda bien, me imprime carácter. No fue nada, digo siempre, todos los que hacemos deportes de riesgo sufrimos accidentes de vez en cuando. 
Suena bien, la verdad, aunque en realidad ocurrió hace veinte años, cuando mi hija pequeña tenía que hacerse un análisis de sangre. Me pidió que me quedara con ella agarradito de su mano. No debí mirar, lo sé, pero lo hice, y me caí de cara, dándome con el canto de la mesa. Al despertar rodeado de enfermeras creí que me había muerto.

lunes, 17 de octubre de 2011

SOLILOQUIO EN BLANCO Y NEGRO, Anne Fatosme. (PÁRRAFOS)



Surges a mi lado, te abrazo. No siento ni el calor de tu cuerpo ni la lluvia que fluye. La película se atasca. De nosotros, sólo quedan puntos pixelados y el zumbido de la nevera mal calzada.

Soliloquio en blanco y negro, Anne Fatosme. Visión Libros 2011

domingo, 16 de octubre de 2011

eBay

   Dice que soy un maniático. Lo que creo es que ella desconoce lo que es eBay. Se lo he intentado explicar un montón de veces pero nunca quiere escucharme. En la demanda de divorcio asegura textualmente que soy un 'comprador compulsivo'. Pues no sé, la verdad, a lo mejor lo dice por mi colección de cascos de guerra. ¿Y qué le voy a hacer si me gustan los cascos de guerra? Dice que la estoy dejando sin sitio en casa. ¿Y para qué lo quiere?, ¿para poner sus búhos de porcelana? No sé aún si voy a firmar. Puede que mi matrimonio valga más que la colección pero cuando veo los cascos ahí colocados, reconozco que me transmiten más que ella. El abogado me ha dicho que la oferta es buena: "o los cascos o yo".
  Tengo que tomar la decisión. Mi mujer ha salido para que lo medite tranquilamente. En fin, tal vez acepte. Sólo tengo la duda de si mi última puja es más alta que la de ése australiano que siempre trata de quitarme mis objetivos, un tal John T. Travis, al que por lo visto no le ponen objeciones con 'sus cosas'. 
   Bueno, está bien, firmaré... pero juro que luego me saco un billete para Sidney. Me va a oír ése tío.

martes, 11 de octubre de 2011

EL MAPA Y EL TERRITORIO, Michel Houellebecq (Párrafos)



Jed había podido elegir uno de los palacios instalados en las orillas del lago, el Widder o el Baur au Lac, pero sintió que le costaría soportar un lujo excesivo. Se decantó por un hotel cercano al aeropuerto, grande y funcional, situado en el territorio del municipio de Glattbrugg. Por otra parte, era también bastante caro y parecía muy confortable; pero ¿existían hoteles baratos en Suiza? ¿Hoteles incómodos?
   Llegó hacia las diez de la noche, hacía un frío glacial pero su habitación era cómoda y acogedora, a pesar de la fachada siniestra del establecimiento. El restaurante del hotel acababa de cerrar; examinó durante un rato la carta del room service y cayó en la cuenta de que no tenía hambre, que hasta se sentía incapaz de ingerir algo. Pensó un momento en ver una película porno, pero se durmió antes de haber conseguido comprender el funcionamiento del pay per view.

El mapa y el territorio, Michel Houellebecq, Ed. Anagrama 2011

domingo, 9 de octubre de 2011

LA FELICIDAD ENGAÑOSA

Por temor a ensombrecer las conversaciones, aquel matrimonio se había comprometido a hablar sólo de la cara agradable de la vida. Fuera de casa dejaban sus tensiones en el trabajo y sus malas experiencias con los demás. No tenían hijos, de modo que al llegar las noches, cuando se sentaban a cenar, lo hacían sólo en compañía del telediario, pero no comentaban las malas noticias porque pensaban que si lo hicieran, romperían el encanto. Decían ser felices, y de hecho lo parecían, aunque hubieran renunciado a la otra cara de la realidad. Su mundo era ficticio, tanto que sólo ellos se lo creían. Poco a poco los amigos les fueron dejando de lado por falta de comunicación, aunque no les importó por creerse autosuficientes. Terminaron por no levantar jamás las persianas ni dejar que el aire entrara por las ventanas. Con el tiempo, un médico les declaró incapaces para el trabajo y decidieron encerrarse en casa con su realidad edulcorada y su engañosa felicidad.
Son mis vecinos de arriba. Hoy he visto como los bomberos derribaban su puerta para dejar pasar al SAMUR. Después ha llegado un señor con cara de fluorescente, creo que era un juez, y luego un cura en vaqueros.

miércoles, 5 de octubre de 2011

LOS APELLIDOS

                                              ...lo de aquí, Uganda..., lo de allí, el Congo...,
                                          en medio, el Nilo... atardeciendo... y no sé qué hacer...


Soy entomólogo. Llevo veinte años viviendo en Uganda estudiando los insectos de la zona. Hace unos meses,  en una charca, conseguí algo inesperado:  hallé una nueva especie de coleóptero, una variedad nunca hasta ahora descubierta. Llevo semanas recibiendo mensajes de científicos de todo el mundo felicitándome por mi hallazgo. Hoy por fin se me ha reconocido a nivel mundial, y me han dado la posibilidad de ponerle mi nombre al descubrimiento. Estoy desolado. No sé qué hacer. Lo normal es que le ponga mis apellidos, pero tengo dudas. Mi mujer dice que me anime, que da igual. En fin, quiero que sepan que si sus hijos estudian algún día al coleóptero Pérez García, lo descubrí yo. Lo siento.

martes, 4 de octubre de 2011

DIARIO DE UN PRESO

4 de octubre de 2011. 
19:00 horas

La culpa de todo la tiene el Monopoly. Ya apuntaba maneras desde pequeña. Parecía que disfrutaba desplumándome, viéndome cómo me arrastraba hasta la Banca para pedir que me dieran un crédito. El asunto de las estaciones salió mal y todo empezó a 'fundirse a negro'. Después, ya en quiebra técnica, medio regalé mis propiedades, mientras ella, amasando cada vez más dinero, se pasaba el día en el notario poniendo escrituras a su nombre. Tampoco tuve suerte en las cartas. Perdí todo, tan sólo me quedaba la casa del Paseo del Prado, la más cara de todo el tablero, pero la cabrona nunca caía en ella. Una vez tras otra saltaba por encima con la gracia de una feliz gacela. Y yo allí, con cara de gilipollas, mirando el brillo de sus anillos al tirar los dados, arrepintiéndome de haberme casado con ella. Mi último billete se lo llevó una multa por conducir borracho. Te compro la casa, me dijo, tendiéndome un fajo de billetes. Valoré la situación: miré el dinero, luego la casa, después otra vez el dinero. Lo cogí con desgana. Vi, apenas conteniendo las lágrimas, como tiraba la casa para levantar un hotel. Fue superior a mis fuerzas. Me levanté y la hice tragarse todo el montante que aún mantenía en la mano. 
Me denunció. Ahora estoy aquí encerrado, a la espera de juicio. Conociendo mis antecedentes, mi compañero de celda se niega a jugar a nada. Y yo me aburro.

domingo, 2 de octubre de 2011

RAFAEL CAUNEDO

El otro día conocí a Rafael Caunedo. Me lo presentó un amigo común en una cena que compartimos. Es más alto de lo que parece en las fotos, menos cabezón, y la barba, de cerca, le queda definitivamente mal. Parece tener criterio a la hora de elegir ropa. No es que fuera conjuntado, más bien iba armónico, monocromático diría yo, aburrido dijo mi mujer. Nuestro amigo común dice que a Caunedo le encanta ir de negro. En la cena me tocó sentarme a su lado. No es un portento en el arte de la conversación, la verdad, porque cada vez que encarrilábamos un tema, de pronto se ponía a hablar de otra cosa. Luego, sin motivo aparente, se quedaba unos segundos con la mirada perdida mirando no se sabe dónde. Un tipo desconcertante, sí, aunque a veces resultaba gracioso. Quiso al instante que le llamara Rafa; lo de Rafael, dijo, lo dejo para la residencia. Le pregunté por sus libros y tan sólo me dijo 'ahí están', para después hablar del arroz con bogavante. Al cuarto vino sacó el tema de los chinos. Por lo visto está obsesionado con ellos. Fueron los minutos más divertidos. Está casado. Por cierto, que su mujer andaba por allí también, una morena muy alta, de pelo negro rizado y muy guapa con la que me quedé con ganas de hablar. A Caunedo, Rafa, parece que le gusta comer, a juzgar por la agilidad en el manejo de los cubiertos. Come tan rápido que genera ansiedad en la mesa. Dice adorar el pescado pero pidió carne, un chuletón de ochocientos gramos. Habla bajito, pero con gravedad. Me dijo que odia las carcajadas porque le suenan a falsedad, que él se inclina más por la sonrisa franca sin estridencias. Parece un hombre tranquilo, de gustos simples. Se enrolló hablando de la soledad, tema del que parece dominar con soltura. Le pregunté entonces por su nueva novela. 'Va muy bien, gracias. ¿Has visto la nueva de Malick?' De la literatura al cine y después a la música en un vertiginoso salto mortal. Reconoce no entender. Me contó que su instrumento favorito es el piano siempre y cuando no esté Milt Jackson tocando el vibráfono por ahí. Estuve más de dos horas hablando con él y me volví a casa sin saber nada de su vida, en cambio, me sacó todo lo que quiso de la mía. Es un artista evadiéndose de las preguntas. En fin, tendré que leer sus libros para conocerle. Me dijo que tenía un blog, pero que todo lo que contaba allí era mentira.