miércoles, 28 de agosto de 2013

LA ENSALADA BILL EVANS


Últimamente cocino con jazz de fondo. La ensalada Bill Evans es una de las que más éxito tienen en casa. La preparo acompañado de una copa de vino y una tapita de varios quesos mientras sigo el ritmo con los pies. El jazz me da buen rollo. Ayer entró en la cocina mi mujer para comentarme no sé qué noticia que había leído en el periódico. Entró decidida, se puso a hablar mientras se sentaba en la encimera y, al hacerlo, dejó al descubierto sus rodillas. Entonces ocurrió. Copa de vino, Bill Evans y las rodillas de mi mujer… No hubo noticia posible que pudiera enturbiar la combinación; la ensalada podía esperar.

domingo, 25 de agosto de 2013

EL VUELO A NY


Mi asiento era el C-9, en ventanilla. Ya estaba sentado y con el equipaje de mano en su compartimento cuando en el C-8 se sentó un hombre con problemas de obesidad. Era un norteamericano que educadamente me preguntó si tenía inconveniente en levantar el apoyabrazos que separaba nuestros asientos. Era tal su volumen que ocupó su plaza y parte de la mía, con lo que quedé casi aplastado contra la ventanilla. Por delante diez horas hasta llegar a Nueva York. Tenía cara de buena persona, de suerte que cuando me pidió disculpas por la incomodidad, no pude más que sonreírle quitándole importancia.
Durante el vuelo quise dormirme para acortar aquel suplicio. Quedé profundamente dormido, más por la falta de aire en mis pulmones que por cansancio, hasta el punto de no despertar a pesar de las turbulencias sobre el Atlántico. Una de ellas tuvo que ser especialmente fuerte porque cuando desperté, me encontré recostado sobre mi acompañante, con la cabeza apoyada en su blanda barriga, igual que un niño, babeando sobre la pernera de su pantalón.
Le pedí disculpas recomponiéndome en mi asiento. Durante el viaje no hablamos, tan sólo intercambiamos un par de disculpas, pero debo decir que fue uno de los mejores vuelos de mi vida. Cuando la azafata anunció la llegada al aeropuerto JFK me dio hasta pena. Fue maravilloso.

viernes, 23 de agosto de 2013

LA MOSCA



Ayer estaba al sol leyendo en el jardín cuando una mosca descarada y perseverante no paraba de posarse una y otra vez sobre las hojas, justo cuando la trama de la novela estaba en su máxima tensión. Era tal su insolencia cruzando párrafos y profanando frases que en un ataque de rabia cerré el libro atrapándola dentro. Lo hice con tal deleite que hasta sonreí de puro morbo.
Abrí después el libro descubriendo su cadáver justo encima de la palabra ‘destino’. Me pareció un buen epitafio para ella, aunque no dudé en catapultarla con los dedos varios metros hacia delante. En la hoja ha quedado una mancha como único recuerdo de su existencia, formando parte así del alma de la novela. Tal vez fuera su ‘destino’ morir de una manera tan absurda...


miércoles, 21 de agosto de 2013

LAZOS CULTURALES


En 1983 me destinaron unos meses a la embajada española en Helsinki. Se trataba de reforzar los lazos culturales con los finlandeses para atraer turismo. Y yo, que en aquella época estaba viviendo a pleno pulmón la movida madrileña, no me podía ir sin mis discos de Gabinete Caligari, Radio futura o Golpes bajos.
Era febrero, y febrero en Helsinki es un mes chungo. Salir del Rockola hacía unos días y verme de pronto en aquellas calles heladas fue algo que me afectó mucho. Para solucionarlo quise exportar ‘la movida’ y hacer una fiesta en mi recién alquilada casa de madera. Vinieron todos los de la embajada y bastantes finlandeses que no había visto en mi vida y que jamás volvería a ver. Pronto los españoles ya estábamos dando botes, bailando y cantando a voz en grito aquellas canciones que nos llenaban de vida. Los finlandeses, mitad robots, mitad vikingos, nos miraban sentados haciendo pandilla en una esquina.
El agregado cultural terminó vomitando en la sauna y el embajador, guardando las formas, le dio por esconderse en la buhardilla para hacer el amor con su mujer recordando sus tiempos en España. Recuerdo las miradas de los fineses, temerosos de que aquello fuera el inicio de una invasión.
Desde aquel día, mi casa se constituyó como lugar de reunión para fiestas y partidos de fútbol. Los lazos culturales se reforzaron, sí, pero gracias a que comencé a salir con una cantautora finlandesa a la que conseguí una pequeña gira por los garitos de Madrid. No era precisamente la alegría de la huerta, pero daba mucho calorcito por las noches.

sábado, 17 de agosto de 2013

LE QUIERO

He pasado un par de semanas vendiendo artesanía de cuero en el puesto de un amigo, en una cala de Mallorca. Mi amigo es hijo de hippies; yo no. Lleva rastas y sandalias rotas; yo no. Fuma cigarrillos de liar; yo no. No tenemos nada que ver, sin embargo somos amigos desde niños.
Él se ríe de mis corbatas y yo de las uñas de sus pies. Me toca las mejillas maravillado con mi afeitado y yo le tiro del piercing de la ceja poniendo cara de grima.
He querido pasar unos días con él porque no he tenido un buen año en el despacho. A él tampoco es que le haya ido de cine porque su chica le ha dejado y se ha vuelto a Argentina. He dormido en su furgoneta cada noche y sentados en unas sillas de camping cochambrosas hemos vistos las puestas de sol acompañados de cervezas frías. Hemos hablado mucho, compartiendo problemas y soluciones. Cuando habla, él mira hacia arriba y yo hacia abajo. El sabor de la marihuana me ha llevado a otros tiempos mientras Diana Krall y Neil Diamond no se han separado de nosotros ni un momento.
Yo quiero a este tipo, sí, le quiero... es mi amigo y le quiero.

domingo, 11 de agosto de 2013

CRISTIANO Y MI CUÑADA


Mi hermano mayor ha estado cinco años desarrollando un proyecto artístico en China. Ya ha vuelto a España; lo ha hecho casado y con un hijo. Su mujer se llama Xun Li Tao y es muy rara.
No habla nada de español y cuando lo hace en chino parece que nos está tomando el pelo. A mi madre le saca de quicio. Yo intento integrarla en la familia y la gasto bromas en las comidas de los domingos, pero ella jamás se ríe. Creo que está convencida de que soy el idiota de la familia.
Mi hermano dice que sí, pero yo creo que no tiene sentido del humor. Esta tarde he aparecido en su casa con unas botellas de cerveza belga para ver con él el partido del Madrid. Con el segundo gol de Cristiano, mi hermano y yo nos hemos abrazado, y gritando nos hemos tirado a la piscina como hacíamos de niños. Al salir del agua, escurriendo mi camiseta, he visto como Xun Li Tao me miraba desde el porche con una ligera sonrisa. Por fin empieza a comprender dónde se ha metido.

jueves, 8 de agosto de 2013

EL JAGUAR VERDE

Yo tengo un Jaguar verde. Ha estado conmigo veintiséis años y jamás me ha dado un solo problema. Un día dijo que ya no andaba más y su motor se paró para siempre. Murió en casa lejos del taller, igual que hizo mi padre huyendo de los hospitales. Aún sigue ahí donde decidió morir, a la sombra del sauce de la entrada, y mis hijas juegan dentro  haciendo como si lo condujeran a mucha velocidad imitando el sonido del motor, igual que yo hacía sobre las rodillas de mi madre en aquellas mañanas de domingo junto al lago. 

domingo, 4 de agosto de 2013

SEXO Y PECES


Durante un par de años viví con una mujer a la que le gustaban mucho los peces. Eso, unido a que le quedaba un telediario para ingresar en un manicomio, hizo que instalara un acuario enorme como cabecero de nuestra cama. Y yo, que por entonces estaba muy enamorado, transigí sin darme cuenta que aquello iba a suponer un desastre en mi vida sexual.
Se llamaba Steff, era alemana, y cada vez que hacía el amor con ella, sentía la mirada de todos aquellos peces clavarse en mi cara. Era como estar haciéndolo frente a un jurado. Una noche, incapaz de concentrarme, amenacé a Steff: “Los peces o yo”.
Y aquí estoy, leyendo tranquilo en mi cama sin tener burbujitas resonando detrás de mi cabeza.

jueves, 1 de agosto de 2013

EL CALCETÍN


Había estado toda la noche con mis amigos y al final terminé en casa de mi novia. Sus padres, como cada fin de semana, estaban fuera. Desperté sobresaltado cuando el sol ya entraba por la ventana. Entonces me vino a la mente la cara de mi padre y me levanté lo más rápido que me permitió la resaca. Ya con la camiseta y las bermudas puestas me di cuenta de que me faltaba un calcetín. Apurado por la hora, estuve un buen rato buscando entre el amasijo de sábanas mientras mi novia seguía dormida, desnuda y destapada. La di un beso en el culo y salí corriendo.
Llegué cuando mi padre estaba programando el riego automático del jardín. Me vio aparecer y me llamó con un gesto de la mano pidiéndome sigilo para no despertar a mi madre. Ya frente a él dejó lo que estaba haciendo y me miró de arriba a abajo. Yo mismo me di cuenta de que mi imagen dejaba mucho que desear. Al ver que me faltaba un calcetín, mi padre me dijo: “¿No crees que si no te hubieras puesto el calcetín no me hubiese dado cuenta de que has perdido el otro?”
El calcetín jamás apareció, no sé si lo perdí antes de llegar a la casa de mi novia o simplemente salí de casa sin él. A veces entiendo a mi madre cuando me llama descerebrado.