De nada
sirvió a Lester ponerse tan cachas. Angela, la adolescente rubita amiga de
su hija, poco pudo disfrutar de aquel cuerpo trabajado a base de pesas y
mancuernas en el garaje de casa. Al pobre Lester lo mató su… Sigue aquí...
por Rafael Caunedo © todos los derechos reservados. http://rafacaunedo.wixsite.com/escritor
jueves, 20 de febrero de 2014
martes, 11 de febrero de 2014
MI PRECIO
La estilográfica empezó a lanzar destellos de oro con su movimiento ágil sobre el talonario. Una letra cuidada y unos números que, al verlos juntos, me hicieron temblar el labio superior. Quería sonreír, pero no me salía. La rúbrica fue una firma rápida, un zig zag de un lado a otro del cheque, apretando tan fuerte que el sonido llegó perfectamente a Flavio, quien con discreción se acercó para comprobar el montante.
Hubo un silencio valorativo en el momento en que el cheque quedó suspendido en el aire. El padre de Brenda me lo tendía y yo estaba petrificado. Observé como Flavio se mordía inquieto el labio con ganas de trincar aquel papel. Aguantó.
Yo no.
Todo el mundo tiene un precio; y el mío era justamente ése.
Hubo un silencio valorativo en el momento en que el cheque quedó suspendido en el aire. El padre de Brenda me lo tendía y yo estaba petrificado. Observé como Flavio se mordía inquieto el labio con ganas de trincar aquel papel. Aguantó.
Yo no.
Todo el mundo tiene un precio; y el mío era justamente ése.
jueves, 6 de febrero de 2014
EL OTRO FINAL DE... MAGNOLIA
La intensa lluvia (de ranas, claro) caída en Los Ángeles
provoca una especie de efecto mariposa que, sin pensarlo, lleva al éxito a un
conductor de ambulancias de Valladolid...
(Recomiendo escuchar la canción durante la lectura. Es
sencillamente maravillosa)
lunes, 3 de febrero de 2014
EXPOSICIÓN
Después de aquella primera exposición en
la que se vendieron todos mis cuadros, la mayoría de ellos por compromiso,
descubrí que Polen era mi marchante y Flavio mi representante. Nunca llegué a
discernir las funciones de cada uno, pero ambos se atribuyeron un porcentaje de
los beneficios por realizarlas, lo que me hacía suponer que cada uno hacía
cosas diferentes por mí.
Recuerdo ver los adhesivos rojos pegados
junto a los cuadros. A cada punto rojo le iba sumando el valor de lo que iba
recaudando aquella noche. El vino hizo que perdiera la cuenta demasiado rápido,
así que dejé que fueran otros, como siempre, los que calcularan por mí.
Siempre me ha interesado más la mirada de
la gente que el dinero que está dispuesta a desembolsar.
Y así me ha ido.
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