Esta noche he sido un capullo y un desgraciado. Todo ha ocurrido de madrugada, a una hora incierta. Yo estaba dormido en mi cama, soñando que me encontraba una cartera con dinero. De haberla encontrado en la vida real, hubiese tratado de ponerme en contacto con el propietario a través de su DNI, tarjetas o cualquier documento que pudiera ayudarme. De no conseguirlo, la hubiera llevado a una comisaria dejando constancia de su contenido.
Hasta ahí todo bien, pero en el sueño no hice nada de eso, es más, con la cartera en la mano, lo primero que se me ocurrió, una vez comprobada la existencia del dinero, fue echar una ojeada alrededor no fuera a haber otro capullo merodeando por allí. Nada, que no, que no hay nadie. Ya en mi coche conté el dinero como lo haría un verdadero usurero. Mi botín fue de cuatrocientos veinte euros, un buen negocio. La verdad es que me hizo mucha ilusión encontrar pasta y quedarme con ella a pesar de conocer el nombre de su dueño. ¿Esto como se llama?, pensaba, ¿hurto?, bueno, pues hurto, mira que bien. Saqué entonces los billetes y tiré la cartera a un contenedor de escombros. Supongo que ésta debe ser la sensación de los capullos profesionales pero a pequeña escala, timadores, defraudadores, usureros, trileros, manguis y demás pléyade de tipos con propensión a lo ajeno, algo además contagioso y adictivo dado que su número aumenta por momentos.
Mi sueño terminó conmigo saliendo de la Casa del Libro habiendo fundido todo el dinero en hacer un encargo de reserva de mi nueva novela, (uno que es así de soso).
A las 8 horas y 17 minutos mi perra me ha dado un lametón de lo más desagradable que ha volatilizado cualquier rastro de libros de mi mente. De Gran Vía a mi casa en un plis plas. Me he quedado un rato mirando las rayitas del sol sobre el edredón mientras pensaba en mi sueño. ¡Qué cabrón! El caso es que disfruté mientras lo hacía. No puede ser, yo soy una buena persona, no robo a la gente, ese del sueño no soy yo. No sé, a lo mejor es que la frontera que separa el bien del mal es muy delgada y nos tienta en los sueños para ponernos a prueba en la realidad. De momento, conmigo no lo ha conseguido, pero la imagen de aquella torre de ejemplares de mi novela en la mesa de novedades no se me va de la cabeza.
Esta noche espero no soñar nada no vaya a ser.
bueno, pues hurto, mira que bien.
ResponderEliminarMe ha encantado esta frase. Además, la gente normal y buena circulando por el otro lado de la delgada línea púrpura es uno de mis temas preferidos en lectura y escritura.
Querido amigo Caunedo, soñar no cuesta nada...
ResponderEliminarHace tiempo hice un trabajo divertido asociando comida al tema ese de las interpretaciones que hacen algunos de los sueños, me lo pasé bomba -no imaginas lo extravagantes que son algunas- Por si te sirve de algo, soñar con encontrar dinero significaba que algo bueno iba a acontecer, quédate con eso, hombre, total... :-)))
Es como tener a pepito grillo y a satanas cada uno en una parte del cerebro. No te preocupes, los sueños, sueños son. Por cierto, la próxima vez te pagas unas cañas onírica son esa pasta.
ResponderEliminarBesos
....el problema es que soñar que eres un ladrón debería ser una pesadilla... aunque si digo la verdad, estuvo bien...¿algo bueno me va a pasar?... voy a salir a la calle a ver qué pasa... de momento soy feliz por vuestros comentarios...¿las cañas?...hecho... en un sueño durante la siesta, que son los mejores...
ResponderEliminarPues sí, la gracia es esa.Resistir en lo real (el mal es tentador) y dejarse llevar en los sueños, (amortiguamos los bajos instintos sin consecuencias.
ResponderEliminarEl subconsciente, Rafael, el subconsciente...el ego del escritor. La torre de libros no es una mala metáfora!
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