viernes, 20 de enero de 2012

COMO UNA REGADERA

Todo el mundo parecía darse cuenta menos él. Hasta su mujer tuvo que advertírselo. Estás como una regadera, le dijo mientras le obligaba a mirarse en el espejo. Entonces cayó en la cuenta. Había perdido el norte. Su manera de vestir había dejado de ser 'personal' para ser simplemente 'imposible'. Había decidido hacer caso a la moda y cada mes se gastaba buena parte de su sueldo en comprar todo aquello que subía a las pasarelas. Un día fue a trabajar con transparencias. Fue noticia en un periódico local y varios diseñadores se pusieron en contacto con él. Intentaron explicarle que lo de las pasarelas no es para salir a la calle, que sólo es para promocionarse en los telediarios, pero que ningún loco se lo pondría. Él les miraba mientras se anudaba una maroma de barco en la cintura. Fue imposible. Había perdido la cabeza. Hoy, por ejemplo, le he visto con sandalias a lo romano y chaqueta torera por el sobaquillo. Salía de teñirse la mitad de la cabeza y me ha asegurado que vuelve la hombrera.

6 comentarios:

  1. Hoy he salido a la calle con un jersey de rombos, ¿será que también estoy como una regadera?

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  2. Creo que lo mío y las medias de color fucsia chillón está, entonces, dentro de la media nacional aunque por aquí, cuando me ven por los pasillos miren con cara extraña.
    Feliz fin de semana Caunedo.

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  3. Me alegra leerte lejos de tus últimas colaboraciones. Ahora te pido un deseo, ¿puedes soltarme un relato sin foto? OJO, que sólo es un deseo.

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  4. No sé por qué los del norte estamos cuerdos.

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  5. ¡Qué imaginación tan portentosa!...
    Abrumada estoy por ella...¿la regadera?...
    ¡Buenísimo, Rafa!,
    Mariajo
    P.D.: ¿Otra vez la hombrera?...ya las llevamos cuando la movidaaa...¡uff, qué horror!...

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