Tengo cerca de ochenta años y mis nietos me han regalado un teléfono; lo llaman AiFon For. Entre todos han reunido el dinero para sorprenderme el día de reyes. Lo han dejado debajo del árbol, junto a las muletas. Guillermo, el de catorce años, se sentó ayer conmigo para explicarme cómo funciona. Empezó a toquetear la pantallita. Intenté seguirle, lo juro, pero comencé a marearme. De pronto apareció la cara de Mónica, que Dios la tenga en su gloria. Mi nieto me dijo que cada vez que lo encienda, ella aparecerá. Hoy ya estoy solo en casa, solo con mi AiFon For. No se quieren enterar de que yo no necesito teléfonos para andar por la calle, que no puedo sujetarlo con las muletas. Pero una cosa buena sí tiene éste chisme. Gregorio, mi vecino, un manitas, me ha suprimido el sonido, así que no suena, y lo he colocado sobre mi mesilla. He dormido de un tirón por primera vez en años gracias a Mónica. Espero que mis nietos no se ofendan porque lo use de portafotos. Ustedes no se lo cuenten.
Está claro. En estos casos ese es mejor regalar el artilugio de ponerse los calcetines. Por cierto, invento de un tal Gonzalo de Hermosillo de los Infantes. No tengo ni idea de si con 80 años nos alegramos la vista, o vemos difuminado.
ResponderEliminarTienes una admirable facilidad para encontrar y mostrar de las cosas, esa capacidad emocional con que las dotamos y personalizamos haciéndolas depositarias y trasmisoras de nuestros sentimientos.
ResponderEliminarLa verdad es que los nuevos teléfonos estan diseñados para los jóvenes. Yo tengo un Ifon Tres y solo uso el teléfono y los mensajes me sobran los doscientos programas que me ha gravado mi hija y que de vez en cuando intento descubrir con un poco de frustración. Muy agudo tu texto y bravo por el abuelo.
ResponderEliminarLeí el post hace unos días, pero te dejo hoy mi comentario (no sé porque doy explicaciones): Me encantó leerlo y me encantó más que decidiera que el Aifon For fuera un maravilloso marco. besos
ResponderEliminar¡Cómo mola este abuelo!...
ResponderEliminarPensándolo bien, la foto de Mónica es el auténtico regalo.
ResponderEliminar