viernes, 11 de noviembre de 2011

ÚLTIMO PITIDO



Un pitido intermitente y molesto, con una cadencia cada vez más lenta, parecía taladrarle los tímpanos desde la mesilla. Después, el fugaz silencio se rompió con un pitido constante. Lo último que vio fue la cara de la enfermera entrando con precipitación en la habitación. 
Alguien había dejado la ventana abierta. La ciudad desde aquí es maravillosa, pensó mientras subía, desnudo y etéreo. 

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