domingo, 20 de noviembre de 2011

TERAPIA DE CHOQUE



La primera vez que salté desde un trampolín pensé que me estaba equivocando, que aquello no era para mí. Lo hice por superarme a mí mismo, como me pedía mi psicólogo, pero según estaba descendiendo por la rampa a toda velocidad me di cuenta de que no iba a funcionar. En pocos segundos llegué a los noventa kilómetros por hora. Ya no había marcha atrás. De pronto estaba volando por allí arriba, con miles de cabezas orientadas hacia mí. Yo, con las piernas abiertas, intentaba mantener la aerodinámica para no caer sobre ellos. Pero algo falló. No sé si fue el viento o el miedo.
El psicólogo vino a verme al hospital. El pobre quedó horrorizado al entrar en la habitación. Me dijo que abandonaba la profesión, que aquello había sido un error muy grave. Yo, desde la cama, escayolado de arriba a abajo, intentaba animarle mientras me daba de beber con una pajita. No lo conseguí. Hoy es pastor luterano en un pueblo cerca de Oslo.

6 comentarios:

  1. Ni se te ocurra acudir a él a confesarle nada pecaminoso que no quiero ni pensar como puedes terminar.

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  2. ...ya hablaremos cuando me ponga los implantes...

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  3. Yo aún tengo pendiente el entrar en los ascensores.

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  4. Jajajajajaja... un día nos vamos a los coches de choque,si quieres. Pero hacemos de escuderos, yo me llevo a mi psicólogo y tú al tuyo.

    Un saludo muy fuerte.

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  5. ...Kenit, lo mejor es que te acompañe una mujer despampanante... eso te quita el miedo...

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  6. ...cuando quieras, Dany... todo sea por la terapia...

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