Por su cumpleaños, había pedido ver "Con la muerte en los talones" en pantalla grande. Sus amigos estaban a punto de desquiciarse hasta que a uno se le ocurrió una idea: llevar un proyector y un generador portátil a la estación abandonada en medio de un pinar. Una de las paredes tenía el tamaño idóneo, la textura aceptable y el color compatible con sus pretensiones. Esperaron la noche para ir a buscarle por sorpresa. Cuando llegaron, le sentaron en una tumbona de piscina colocada ad hoc para tal evento. A pesar de ser verano, hacía fresco, de suerte que pronto todos se taparon con mantas de viaje. Uno de ellos ya había estado preparando todo durante la tarde, así que cuando estuvieron ya sentados en sus tumbonas, sólo hubo que dar al play para que aquello cobrara vida. Cuando Cary Grant acababa de aparecer en escena, un visitante inesperado se colocó frente al proyector recortando su silueta en negro en la pantalla. ¿Qué creen que están haciendo?, preguntó con los brazos en jarra. Era el sargento de la guardia civil. Tuvieron que darle todas las explicaciones. Le miró. Hoy me han pillado de buenas, dijo. Les permitió seguir con la película si le dejaban quedarse. Apoyó el tricornio en el capó del Renault 4 y alguien le pasó unas palomitas.
Sin duda, un sargento de los de antes
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