domingo, 9 de octubre de 2011

LA FELICIDAD ENGAÑOSA

Por temor a ensombrecer las conversaciones, aquel matrimonio se había comprometido a hablar sólo de la cara agradable de la vida. Fuera de casa dejaban sus tensiones en el trabajo y sus malas experiencias con los demás. No tenían hijos, de modo que al llegar las noches, cuando se sentaban a cenar, lo hacían sólo en compañía del telediario, pero no comentaban las malas noticias porque pensaban que si lo hicieran, romperían el encanto. Decían ser felices, y de hecho lo parecían, aunque hubieran renunciado a la otra cara de la realidad. Su mundo era ficticio, tanto que sólo ellos se lo creían. Poco a poco los amigos les fueron dejando de lado por falta de comunicación, aunque no les importó por creerse autosuficientes. Terminaron por no levantar jamás las persianas ni dejar que el aire entrara por las ventanas. Con el tiempo, un médico les declaró incapaces para el trabajo y decidieron encerrarse en casa con su realidad edulcorada y su engañosa felicidad.
Son mis vecinos de arriba. Hoy he visto como los bomberos derribaban su puerta para dejar pasar al SAMUR. Después ha llegado un señor con cara de fluorescente, creo que era un juez, y luego un cura en vaqueros.

6 comentarios:

  1. ¿la gente se muere cuando se crea un mundo aparte?

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  2. ...el mundo aparte se muere cuando te encierras en el propio... y de repente ahí estás, escuchando el sonido de tu propia masticación... aislado...

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  3. La autofagia in-extremis.
    Da que pensar.

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  4. ...no pensemos mucho que esto se acaba...

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  5. No hay nada como la soledad a dos cuando dos actúan como si se amasen. Agotador. Me ha recordado tu relato a un cuadro de Hopper. Una pareja está en el cuarto de estar, él lee el periódico y ella, creo recordar, teclea el piano como si no estuviera.

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