'Nos vemos el fin de semana y algo haremos', le dijo a su hijo por teléfono, 'ahora pásame a tu madre'.
'Dime'
'Nada, no tengo nada que decirte, sólo que seas puntual el sábado'.
Ella llegó tarde el sábado, como todos los putos sábados. Los sábados eran su arma para cabrearle; siempre tenía un sábado dispuesto en la recámara.
'Mañana sé puntual', le dijo ella al entregarle a su hijo.
El domingo fue él quien se retrasó, como todos los putos domingos. Los domingos eran su arma para sacarla de quicio; siempre tenía un domingo preparado para disparar.
'Eres un cabrón', le dijo el domingo en la puerta de su casa a modo de despedida.
'Te veo en quince días, cariño', se despidió él de su hijo antes de disolverse entre el tráfico de la avenida.
Al día siguiente, lunes, los dos se levantaron a la hora de siempre, las 7:40 de la mañana, y no llegaron ni un segundo tarde a su despacho. Puntuales.
Y al final el que lo pasa fatal siempre es el mismo, ni "ELLA", ni "EL".
ResponderEliminar...no falla...
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