domingo, 2 de octubre de 2011

RAFAEL CAUNEDO

El otro día conocí a Rafael Caunedo. Me lo presentó un amigo común en una cena que compartimos. Es más alto de lo que parece en las fotos, menos cabezón, y la barba, de cerca, le queda definitivamente mal. Parece tener criterio a la hora de elegir ropa. No es que fuera conjuntado, más bien iba armónico, monocromático diría yo, aburrido dijo mi mujer. Nuestro amigo común dice que a Caunedo le encanta ir de negro. En la cena me tocó sentarme a su lado. No es un portento en el arte de la conversación, la verdad, porque cada vez que encarrilábamos un tema, de pronto se ponía a hablar de otra cosa. Luego, sin motivo aparente, se quedaba unos segundos con la mirada perdida mirando no se sabe dónde. Un tipo desconcertante, sí, aunque a veces resultaba gracioso. Quiso al instante que le llamara Rafa; lo de Rafael, dijo, lo dejo para la residencia. Le pregunté por sus libros y tan sólo me dijo 'ahí están', para después hablar del arroz con bogavante. Al cuarto vino sacó el tema de los chinos. Por lo visto está obsesionado con ellos. Fueron los minutos más divertidos. Está casado. Por cierto, que su mujer andaba por allí también, una morena muy alta, de pelo negro rizado y muy guapa con la que me quedé con ganas de hablar. A Caunedo, Rafa, parece que le gusta comer, a juzgar por la agilidad en el manejo de los cubiertos. Come tan rápido que genera ansiedad en la mesa. Dice adorar el pescado pero pidió carne, un chuletón de ochocientos gramos. Habla bajito, pero con gravedad. Me dijo que odia las carcajadas porque le suenan a falsedad, que él se inclina más por la sonrisa franca sin estridencias. Parece un hombre tranquilo, de gustos simples. Se enrolló hablando de la soledad, tema del que parece dominar con soltura. Le pregunté entonces por su nueva novela. 'Va muy bien, gracias. ¿Has visto la nueva de Malick?' De la literatura al cine y después a la música en un vertiginoso salto mortal. Reconoce no entender. Me contó que su instrumento favorito es el piano siempre y cuando no esté Milt Jackson tocando el vibráfono por ahí. Estuve más de dos horas hablando con él y me volví a casa sin saber nada de su vida, en cambio, me sacó todo lo que quiso de la mía. Es un artista evadiéndose de las preguntas. En fin, tendré que leer sus libros para conocerle. Me dijo que tenía un blog, pero que todo lo que contaba allí era mentira.

7 comentarios:

  1. Si no fuera por lo que es, diría que acaba de quedarse en bolas...

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  2. ¿800 gramos? Hablando de soleda, te eché de menos en la exposición, no te la puedes perder, hay visitas guiadas para hombres armónicos ;-)

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  3. ¿Arroz con bogavante? ...¿He leído bien?..Mmmm mi plato favorito, me cae bien ese Rafa, que cosas ...
    ;)

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