Hoy me he levantado con el ojo morado y la marca de un anillo en el pómulo. Llevo un rato pensando todo tipo de mentiras para esquivar las preguntas, pero creo que lo mejor es contar la verdad. Ayer fui a la inauguración de una exposición de un amigo. Le había prometido que le compraría una obra, así que nada más verme, después del abrazo de rigor y la copa de vino, me dio unas cuantas pegatinas de puntos rojos. Con una me basta, le dije. Tú llévatelas por si acaso. Bueno, pues paseando por la galería vi, entre cuadro y cuadro, a una chica de espaldas, edad indefinida, melena negra y brillante, chaqueta de ante y vaqueros desgastados. Me coloqué a su lado y, mirando un lienzo monocromático azul y otro naranja, la pregunté si conocía al artista. Me dijo que sí. Roto el hielo, quise saber cual de los dos cuadros le gustaba más. Me contestó que el azul. Yo, todo chulo, puse una pegatina debajo del cuadro y, al volverme, se me ocurrió pegarle otra en la solapa de su chaqueta.
¿Por que no me dijo mi amigo que tenía novia nueva?, no lo entiendo, la verdad.
La culpa de él (su amigo),por darle más de una pegatina.
ResponderEliminar...verdad que sí... ¿y ahora que coño hago yo con el cuadrito?... es horrible...
ResponderEliminarQue divertido. Eso le pasa por desviar su atención de los cuadros a la muchacha. Lo tiene bien merecido. Es broma. Un saludo
ResponderEliminar...a mí me hubiese encantado que me pegara el puntito, la verdad....
ResponderEliminarJajajajajaja... te dio puntos de mira. Fue una clara incitación... jajajajaja
ResponderEliminarUn saludo.
...la verdad es que el tío fue poco elegante...
ResponderEliminarLas mujeres deberían llevar código de barras.
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