Ha ocurrido esta mañana. Estaba leyendo el periódico en el jardín, sentado en mi butaca de siempre, descalzo bajo la sombra del haya, lo más alejado de la piscina donde gritaban mis nietos. Mi mujer salió de la casa con una bandeja y dos vasos de zumo. Sus manos artríticas y su paso inestable podrían haber dado con el aperitivo en el suelo. Llegó a mi lado y entonces hizo la maldita pregunta: "¿De qué te ríes?"
Me quedé un poco parado con el ademán de coger el zumo a medio camino. Desconcertado, inventé una excusa. "Me he acordado de algo gracioso".
No sé qué me está pasando , la verdad, pero últimamente creo que algo está fallando. Llevo unas semanas dándome cuenta de que se me olvidan algunas palabras tan sencillas como "salmorejo". Ayer, sin ir más lejos, pedí a Virtudes que me preparara eso que me gusta tanto en verano. Salmorejo, salmorejo, me repetí después para no volver a olvidarlo. El caso es que después se me olvidará otra cosa. No sé, estoy muy torpe y tengo lagunas. No quiero decírselo a mi mujer porque se preocuparía. A mis hijos tampoco porque me propondrían otra vez el dichoso tema de la residencia de Biarritz.
¿Que de qué me río?...., pues no tengo la menor idea. Es triste. ¿De verdad me estaba riendo? Seré bobo. Hacerse viejo es horroroso y no hay nada peor que percatarte de ello. ¿Pero de qué coño me reiría?
Lo peor de todo es que cuando me tomé el zumo ésta mañana en el jardín, me di cuenta de que llevaba dos horas leyendo el periódico sin las gafas de leer.
Grande
ResponderEliminar... un halago tuyo vale por tres... o cuatro... Un abrazo, Nano, nos vemos...
ResponderEliminarLlevo días esperando ansiosa algo que leerte, y se me saltan las lagrimas, ¿no es peor no llegar a ningún lado? en fin, la vida se me escapa de las manos y no puedo hacer nada. Te quiero Caunedo
ResponderEliminarSuscribo a María Marcela. A mí no se me olvida como escribes.
ResponderEliminarRafa, yo creo, estoy seguro, de que es mejor darse cuenta
ResponderEliminarMientras seamos conscientes de las cosas, vamos bien, como dice Santiago. Cuando ya no seamos conscientes, qué más da.
ResponderEliminarUna de las cosas gratas de hoy, ha sido reencontar tus textos, Rafael. Gracias ¡¡¡
ResponderEliminarDeliciosamente doloroso, este.
...María...se te escapa una vida... los gatos tenemos siete, no te apures... ya sabes qué beso te mando...
ResponderEliminar..ay, Anita... a mí me encanta la memoria selectiva...
ResponderEliminar... Santiago, sea como fuere, lo peor siempre se lo comen los demás...
ResponderEliminar..Magnus, ver la enfermedad desde fuera es casi peor que la propia enfermedad...
ResponderEliminar...hola Poma, doña manzana... feliz reencuentro mutuo...
ResponderEliminarFascinante tu relato. Uff precioso y triste. La vida misma.
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