Gerardo y Laura forman una pareja estupenda. Tienen buena planta y gusto atinado en el vestir. Como ahora mismo se les puede ver en la calle Serrano, suelen ir de la mano, cogidos igual que cuando eran novios, Rolex con Rolex. Lucen un buen bronceado después de sus vacaciones por la Toscana. A Laura le resaltan las perlas de su collar con el fondo tostado de su prudente escote. Ella le dice algo a él, y luego sonríen. Se percibe la compenetración después de veinte años de matrimonio. No tienen problemas. La salud les respeta y los negocios van mejor que bien. Sus hijos están estudiando en Estados Unidos y dos veces al año les suelen visitar. Se quieren, eso se nota. Ella le quita una miguita de la camisa. Se han parado en el escaparate de una joyería. Seguramente Gerardo está valorando la posibilidad de regalarla alguna pieza. Da gusto verles, allí plantados frente al escaparate cogidos de la mano y con la mirada teñida de oro blanco.
Así están cuando el móvil de Laura recibe un mensaje: "...dile que se te ha olvidado algo en la oficina. Te espero en el despacho. Te echo de menos..."
— ¿Quién es? —pregunta Gerardo distraído.
— Nada, nada, publicidad de MoviStar.
Me lo temía, es lo habitual en las parejas tan rancias como las perlas...
ResponderEliminarUy!! que común es eso :)
ResponderEliminar