lunes, 6 de junio de 2011

LAS MUJERES EN MOTO

Existen miles de métodos para clasificar los distintos tipos de mujeres. Los hay que se basan en las variadas formas en que colocan sus productos de cosmética. También las define su fondo de armario y su calzado; hay tantos tipos de mujeres como modelos de sandalias.
Yo, desde hace años, empleo uno que no falla: las mujeres son como son, dependiendo de cómo se sienten en la moto.
Un primer tipo es aquella que va sentada ahí arriba, tiesa como un palo, echada hacia atrás todo lo posible, agarrada a la cazadora del piloto con tan sólo dos dedos, como si tuviera reparo tocarle, de esas que en cada frenada, vuelve a colocarse en lo alto del gallinero como si tuviera un resorte. Este tipo de mujer es de armas tomar, desconfiada y celosa de su intimidad.
Las hay que te piden, por favor, que las lleves sin casco. Esta mujer es presumida hasta decir basta y con un presupuesto elevado en peluquería. Mal partido, sin duda.
Las hay que, de momento, ya suben a la moto como si montaran a caballo, con la pierna en alto a lo John Wayne. Después, una vez en la grupa, suelen ir hablando a gritos a través del casco. No les importan los frenazos, aunque son rápidas recobrando la compostura. Son mujeres seguras de sí mismas, algo marimachos, soberbias y, a veces, con pocas luces.
Luego están las peores, las que te ponen el bolso entre medias. No me preguntes por qué, pero no me fío de ellas.
Otro tipo son las que les da igual que aceleres o frenes, el caso es que siempre las tienes pegadas a la espalda. En invierno viene muy bien, pero en verano puede resultar violento para el piloto, porque su sensibilidad es muy alta cuando sólo lleva puesta una fina camiseta de algodón. Estas son desinhibidas, algunas buscan que las invites a cenar, otras simplemente tienen frío. Eso sí, el bolso siempre en bandolera, nunca en medio.
Después está la que te abraza igual que si fuera montada en el dragon Kan. Más de una uña tiene clavada el piloto en el pecho. Mujer miedosa, de la que se piensa dos veces las cosas. Generalmente no monta en la moto por segunda vez.
Por último, está la "echá palante", o sea, la que te pide las llaves.

Hay muchas más clasificaciones. Las que montan con falda y las que no. Las que se miran en el espejo y las que no. Las que les da apuro que se les vea la espalda por detrás. Las que dejan el casco con olor a laca.... un millón. Mis amigos, cuando conocieron a las que hoy son sus mujeres, me pidieron que las diera una vuelta en la moto para después escuchar mi veredicto. Sólo uno me hizo caso.

10 comentarios:

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  2. Pues ahora que lo dices, llevo años moviéndome en moto, bien conduciéndola bien de paquete, y no había reparado en que mi manera de conducir, o mi manera de ir de paquete, tuviera tanta trascendencia. De lo que soy consciente y eso debe ser pura coquetería es que la melena la reparto a cada lado del cuello, no dejo que cuelgue a la espalda, vete a saber por qué.

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  3. ...miedo me das, Anita, cuando eliminas tu entrada...

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  4. Que no, que no, que sólo me había quedado cochinota de formato :)

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  5. Me invitaron a ir al mar desde Buenos Aires: 400 kilómetros en moto. Dije que sí: la melena rulosa quedó hecha una maraña, los labios partidos con el sol de frente. Cuando me saqué el casco no oía nada y tuve la sensación de tener la moto calzada entre las piernas durante tres días... pero quién me quita lo bailado. Con el conductor conviví siete años después de eso. Cuando se terminó, se llevó la moto y yo ahora camino. Por las dudas!

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  6. Después de leerle, Sr. Caunedo...
    pienso en que a ver quién es la valiente que se atreve a subir con usted en la moto :/

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  7. ...¿400 kilómetros en moto?...¿de paquete?Julieta... eso sí que es amor... tuvieron que ser muy buenos esos siete años...

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  8. ...Umpa, tú, sobre todo, no dejes el bolso en medio... lo demás es secundario...

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  9. Estoy intentando recordar........Ah sí ¡¡ Por las costas del Garraf, 20 años, shorts, melena al viento ( no era obligatorio el casco)ni separada, ni apegada, modelando las curvas, del conductor ni recuerdo el nombre.

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