martes, 28 de junio de 2011

ÉL

Me estoy tomando una cerveza en un café vienés. Miro distraído el folleto de la obra de teatro que voy a ver. De pronto le veo. Entra despacio, sacudiéndose la nieve del abrigo. Lleva un maletín de cuero curtido. Se sienta en la mesa del fondo. Viste de negro. Todo en él es negro, todo excepto su pelo. Tantos libros suyos leídos, tantas obras de teatro presenciadas, tantas exposiciones, tanta visita a Viena… tanta. Qué pena que haga más de veinte años que haya muerto. Yo le sigo viendo, es ese de ahí. Se está tomando un té mientras lee el periódico. Está esperando la hora de la representación, como yo. Estoy por acercarme a su mesa y hablar con él. Seguramente me ignore. Se acerca ya la hora de salir. Él termina su té y se va sin pagar. Va a pasar junto a mí. Debo aprovechar el momento y decirle algo. Cuando está a menos de dos metros de mi mesa, me levanto y extiendo la mano hacia él. Se para, me mira, me escruta… y sigue adelante atravesándome sin decir nada. Todo ha sido muy rápido. Pago mi cerveza y salgo corriendo al teatro. Le veo caminar sin dejar huellas en la nieve. Me siento extraño. En el teatro, el acomodador me informa que está prohibido entrar a la sala con maletín ¿Maletín?, ¿qué maletín?

9 comentarios:

  1. Si yo me encontrara con Thomas Bernhard ahora mismo en un café podrían pasarme dos cosas: o me daba un paro cardiaco y moría en el acto o directamente me daría por muerta ...

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  2. ...pues imagínate yo, que encima me ha regalado su maletín...

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  3. A lo bruto ; Bienvenido Herr Caubernhard ¡¡¡

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  4. Has oído hablar de las sinergias, pues eso. Si a mi me pasa eso con Jane Auer, muero, fijo.

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  5. ...danke, Poma, muchas danke...
    ... Anita, lo nuestro es de psicólogo...

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  6. che, y vas a publicar algo de lo que te dejó?

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  7. ... Mateo, es una pena, la verdad, pero el regalo era el maletín... nada de manuscritos ... Bueno, eso sí, olvidó su peine... ahora tengo dos de sus pelos enmarcados en mi despacho...

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  8. El caminar sin dejar huella...todo lo contrario del hombre invisible que sí dejaba huellas. Muy ocurrente, sí señor!

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