Ayer fui al cine con mi amigo el extraterrestre. Fuimos a ver una película que dirigió Bob Dylan en los 70. Mi amigo es fan; bueno, más que fan, dice, pero sin llegar a dylanita. Ya sé que suena raro que un extraterrestre sea admirador de Dylan, pero cosas más extrañas he visto.
Mi amigo no es de éste mundo. Nos conocemos desde hace bastantes años, más o menos desde que se enamoró de otra extraterrestre amiga mía. Es un tipo curioso, la verdad, un personaje que va por la vida ajeno a cuanto le rodea. En eso nos parecemos, aunque tengo que reconocer que él domina mucho mejor el tema. Habla lo justo, y como yo hablo menos de lo imprescindible, cada vez que nos vemos somos como dos entes conectados pero independientes. Vamos a conciertos, desde AC/DC hasta Mahler, hemos viajado juntos, cenamos, nos emborrachamos, ¿bailamos?, no, eso no, nos reímos, pero sobre todo nos gusta el cine. A lo mejor es por qué tenemos que estar callados, no creo. Mi amigo, en el cine, se vuelve ameba. De pronto, cuando empieza la película, te das cuenta de que te has quedado solo, que él ya se ha ido, pero no físicamente, sino astralmente. No conozco una capacidad de concentración como la de mi amigo, que puede leer el periódico con tranquilidad encerrado en una guardería.
Pero es que mi amigo es extremo en muchas más cosas, por ejemplo, durmiendo. Tal vez sea lo normal en su planeta, pero aquí en la tierra nadie se quita el cerebro para dormir y lo pone sobre la mesilla. Yo, un día, de viaje, le exploté un globo en la oreja. Ni se inmutó, pero el vecino de habitación me echó la charla. Tal vez a eso se le llame vida interior, no sé, el caso es que debe tener mucha.
A mi amigo también le encanta comer. Ahora se alimenta por sonda pero doy fe que le he visto apretarse un generoso plato de fabada seguido de un descomunal chuletón con patatas a lo pobre. En su planeta no debe haber tales manjares, pobre. Por cierto, nunca habla de su planeta. ¿Tú qué piensas cuando estás pensando?, le pregunto a veces. En mi mundo, dice, y de ahí no le saco. Tampoco insisto porque aquí se le ve feliz a pesar de su problema. No he visto a un extraterrestre con tantas ganas de reír. Generalmente nos reímos de las mismas idioteces, sin hacer ascos al humor absurdo. También coincidimos en el gusto por las mujeres, tema básico en nuestras cenas, y en cuanto a música..., cuento con su discreción para no apabullarme.
El caso es que mi amigo el extraterrestre está chungo. Sí, tiene ELA, esa gran puta. Sé que lee éste blog, por eso últimamente siempre me dice cuando nos vemos: "¿qué pasa?, ¿dónde van a ir hoy el voluble y el tullido?" Pues nada, tío, que me gusta ser tu colega, que me lo paso muy bien contigo y que te quiero.
Soy la otra, y te quiero Rafa, por algo tan sencillo como el silencio y la risa; por dejarme entrar y salir, por acompñarnos.
ResponderEliminarPues dónde va a ir a ese lugar, en él que ya están, llamado "amistad".
ResponderEliminarBonito de verdad¡¡
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ResponderEliminar...María, ya llegará tu post... +besos...
ResponderEliminarSabes que pasa Rafa que de eso va la amistad la de verdad, estar ahí aunque parezca que no se está y no tener pudor alguno en mostrar cuanto se quiere a esa persona. Y sí, la ELA es una grandísima hija de puta, pero hasta esa mierda se sobrellevamejor cuando se tiene al lado a los que de verdad te quieren.
ResponderEliminarY.. eh! tú, extraterrestre, manifiéstate que ya te han mentado en varias ocasiones por aquí y estamos esperando tu aparición estelar. En todo caso, un abrazo fuerte de una desconocida que no alivia nada pero siempre acompaña, bueno eso creo yo. Y a tí Rafa, sigue contando estas cosas, te retratan. besos
Habla menos de lo imprescindible pero su locuacidad para escribir es impresionante.
ResponderEliminarRecuerdos a Hawking
Impresiona este texto en que ensalzas la amistad con tu amigo extraterrestre. Ya me gustaria a mi poder dejar el cerebro en la mesilla por las noches... Enhorabuena por esta amistad tan intensa. Eso es lo que adereza la vida. Un saludo alos dos
ResponderEliminarMe alegra mucho que cuentes la verdad tan de verdad. Ahora, con tu amigo me pasa una cosa. La última vez que salimos pudiendo acompañarlo sujetándolo, nos dimos gran leche, los dos por el suelo, en la calle Fuencarral. Ahora que tengo rota una vértebra con su platillo, ya no puedo hacer eso (me acojona que nos caigamos los dos juntos).
ResponderEliminarPero sí me gustaría mucho ir al cine con vosotros (ya he ido una vez y aguanto dos horas sentado), en plan tú eres el que le coges del brazo; y luego charlar y tomar una cervecita. Así que si me avisas y no tengo nada comprometido, os acompañaría.
Otrosí: tengo un amigo de mi taller que tiene una librería y me entero de que se ha puesto en contacto contigo para la posibilidad de unos cursos. Mi amigo librero y mi amigo escritor, sin que haya hablado al uno del otro. Me hacen gracia estas cosas.
Besos