No
soporto cuando mi jefe se comunica conmigo a través de mails. Tan sólo tendría
que levantarse de su silla, abrir la puerta del despacho y avanzar exactamente
ocho pasos hasta llegar a mi mesa. Así de fácil. En cambio, él prefiere
teclear. Tal vez lo haga para evitar el contacto físico, el intercambio de
miradas que tanto le intimida o, simplemente, en días como el de hoy, sólo
quiera evitar ver mi cara de disgusto cuando me encargue el artículo de turno.
“Vera,
hoy toca desahucio”.
Odio
escribir sobre dramas. Trabajar en la sección de ‘Local’ tiene estas cosas,
requiere cercanía e inmediatez. A veces pienso que debería pedir el traslado a
la sección de ‘Cultura’ y hartarme a ver estrenos e inflarme a canapés en las
inauguraciones. En cambio, ahí estaba, leyendo la palabra ‘desahucio’ en la
pantalla. De buena gana se lo hubiera pasado a alguien de mi equipo, seguramente
con otro mail, pero estaban todos cubriendo manifestaciones, huelgas varias y
caceroladas de barrio.
(Proyecto Vera)
Has leído mal, Vera. No pone desahucio, pone despido. Y no necesito ver tu cara, hoy no.
ResponderEliminarAbrazos, siempre