La única vez que me he roto un hueso en mi vida fue durante el nacimiento de mi primera hija, cuando mi mujer, al no encontrar nada mejor que estrujar en aquel quirófano, me cogió la mano. Todo el mundo pensó que me mareé al ver el parto, pero sólo yo sé que fue por ver mi dedo corazón totalmente lacio y dado la vuelta.
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