miércoles, 20 de junio de 2012

EL PUTO PERRO

En nuestra primera cita me confesó que le encantaban los perros. Su sueño era vivir rodeada de ellos en el campo. Yo, que por fin había conseguido salir con ella después de muchos meses, no podía dejar pasar la oportunidad de mostrar mis habilidades, aunque careciera de ellas. Esperé a cruzarme con algún perrillo para jugar con él. Me tocó uno pequeño, uno con cara de lelo. Lo traía sujeto una señora que hablaba por el móvil. Cuando estuvo a mi altura me agaché para acariciarle y hacerme el enrollado. Noté que era nervioso porque me rehuyó. Ante mi insistencia, decidió engancharse a la pernera de mi pantalón con un gruñido enrabietado. Fue tal la patada que le metí que el perro se quedó semi inconsciente en medio de la acera tres metros más allá. 
Aquella fue la última vez que la vi. Creo que salió corriendo en sentido contrario a mis sueños.

3 comentarios:

  1. ¡Vaya vida perruna que se ha perdido!...

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  2. Es difícil alinear la dirección de los sueños propios con sueños ajenos...

    y es difícil impresionar a alguien desde la mentira...
    ajajajja muy bueno!

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