Mi abuelo era el homenajeado de la noche. Iba a ser condecorado por el alcalde en un acto en su honor celebrado en el ayuntamiento. Fue un acto sencillo; la simple entrega de un diploma por ser un 'ciudadano ejemplar' al devolver un maletín extraviado con cien mil euros, y la correspondiente medalla colacada por el mismísimo alcalde. Todo iba según lo previsto hasta que llegó el momento de la dichosa medalla. El alcalde, cuyo ayudante había olvidado dónde había dejado sus gafas, tanteaba con mirada turbia el pecho de mi abuelo en busca de la solapa del traje. La encontró al tacto, pero al ir a colocarle la condecoración, tuvo la mala suerte de no acertar a la primera y pellizcó la tetilla del homenajeado.
Todas las cenas de nochebuena nos cuenta la misma historia, pero lo que nunca nos aclara mi abuelo es dónde está el resto del dinero y cuánto se quedó el alcalde.
Sí, está claro. Yo no hubiera devuelto los 100.000 Euros. Alguien que tiene 100.000 Euros no puede ser bueno.
ResponderEliminarLa esperanza es lo último que se pierde, y mientras hay vida, hay esperanza...quizás algún día lo cuenteee...
ResponderEliminarWho knows?...
Besitos navideños (o son ya postnavideños)???...
Mariajo
P.D.: También podía ser lo de ...¿la medalla o la pasta?...jajaja...¡muy bueno, como siempre, Rafa!...