Ya en la recepción previa a la cena, noté que me miraba. Entré canapés y copas de champán , sentía sus ojos clavarse en mi espalda. Su marido, el embajador de..., no pudo asistir por encontrarse fuera del país, y en representación, fue ella, la embajadora, un putón verbenero conocido por todo el cuerpo diplomático.
No sé si fue el azar o la mala intención del jefe de protocolo el que dispuso que, durante la cena, la embajadora de... se sentara a mi lado. Ya sabía que en su juventud había sido un bellezón y ahora, la verdad, a sus cincuenta años (dato por aproximación), mantenía aún una imagen espléndida.
Durante el primer plato quedó claro que sólo quería hablar conmigo, y que al otro compañero de mesa, un coreano vegetariano, no le iba a hacer ni caso. He de decir que era muy divertida, y tan desenvuelta que la cena estaba siendo un placer poco habitual en esos ambientes. El problema vino cuando la embajadora me puso la mano en la pierna por debajo del mantel. Comenzó a tantear, como calibrando la dureza de mis músculos, supongo que haciendo comparaciones no sé con quien. Subía y bajaba la mano mientras que con la otra comía con naturalidad la cola de un bogavante. Yo estaba incómodo por temor a que la gente se diera cuenta. Una vez superado su examen, me miró, y con dos palmaditas en el interior de mi muslo me dio un aprobado que ratificó con un gesto de aceptación.
No, lo siento, pero no pasó nada. Ella sólo probó suerte, y como vio que no estaba interesado, cambió de estrategia. Me encanta la gente que no se complica la vida. Ya en la despedida, mientras me ponía el abrigo, la volví a ver. Bajo una intensa nevada, le estaba dando instrucciones a su chófer mientras se metía en un Mercedes oscuro con la bandera de... conducido por un tipo elegante de pelo blanco.
Y no sé más. Voy a mirar cual es el siguiente acto oficial y os cuento.
Si es que la embajadora-consorte sólo tiene que ocuparse de dar gusto y soltura a los ciudadanos que hasta su embajada se acercan. Ojo al dato, creo que no debe ser de fácil rendirse, la palmadita en el interior del muslo....
ResponderEliminar...sí, tiene fama de pertinaz...
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