lunes, 26 de noviembre de 2012

EL LINGOTAZO

La noche del viernes la pasé en un box de un hospital de Valencia. El ímpetu con que tomé un lingotazo de tequila me produjo un esguince cervical mientras cenaba con unos amigos en un restaurante mexicano. Me quedé con los ojos muy abiertos mirando al techo mientras el tequila, aun sin tragar, salía despacio por la comisura de los labios y bajaba por el cuello hasta empapar mi camisa. El médico de guardia fue muy amable diciéndome: "Amigo, no ha sido nada, simplemente son los años. La próxima vez que vaya a hacerlo, procure calentar antes".
Y ahora estoy aquí, en los probadores del Decathlon, eligiendo frente al espejo el primer chandal que me voy a comprar en mi vida. Es patético.

4 comentarios:

  1. Es que llegado a cierto tramo de la vida tenemos que mentalizarnos a que para todo tenemos que calentar con o sin chándal jajajaj¡ ¡que lingotazo de humor para un lunes mañanero!.Gracias.
    Besos de gofio.

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  2. El orujo es como eso. Si no se medita antes de tragar se pierde la conciencia.
    Un saludo.

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  3. Mi traumatólogo me dijo, al preguntarle que a santo de qué tenía yo la espalda tan desgastada, que los huesos empiezan de estropearse a partir de los 18 años. Me parece un abuso! qué poca garantía dan. Eso sí que es obsolescencia programada...

    Muy buen texto. Me ha gustado mucho.

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