Fotografía: Antonio Naranjo |
Se giró justo cuando le estaba haciendo una fotografía. Me miró muy seria, dejó los pañuelos y cruzó la calle viniendo hacia mí. Me pidió que se la enseñara. ¿El qué? La foto, estúpido. Me cogió la cámara y se quedó un buen rato mirando la pantalla. Después, devolviéndomela con desgana, me dijo que se la enviara. Anote su mail y se la mandé nada más llegar a casa.
Hoy he abierto mi correo y he visto un mensaje suyo. Me manda una foto en la que estoy yo comprando un kilo de mandarinas en un mercadillo, vestido de chandal y con pelos de recién levantado. Se me ve parte de la barriga asomar bajo la camiseta y voy con chanclas. Doy pena, la verdad, y me ha dicho que la próxima vez que le haga una foto, publicará la mía.
La venganza es dulce. Y jugosa...
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