Me fijé en él antes de que me viera. Parecía desorientado, aturdido. Iba de un sitio a otro recibiendo los empujones de quienes compartían su espacio por los pasillos del centro comercial. Estaba en la sección de cosméticos, pero era evidente que eso no era lo que buscaba. Intentaba hablar con otros pero la precipitación de las rebajas les impedían pararse para atenderle. Por fin reparó en mí y se encaminó hacia mi mesa. Su cara cambió al comprobar mi predisposición a ayudarle. Llegó sudoroso y completamente desesperado. Se fijó en la chapita sobre mi solapa: Srta. Lorena, Atención al cliente, y después me preguntó: "Perdone ¿ha visto a mi mujer?"
Me gusto este minirelato tan actual. Nada peor que las rebajas para perder la dignidad y hasta los que más apreciamos. Un saludo
ResponderEliminarMe ha gustado mucho el doble juego de atención al cliente.
ResponderEliminar¡Muy bueno!