UN PALMO NADA MÁS
Los brazos de él se enroscaban por la espalda de ella. Sus manos estaban quietas, extendidas en su totalidad adaptándose a
las caderas, lo suficientemente lejos del culo como para no preocuparse, pero
lo suficientemente cerca como para no descartar posibilidades. Bajar un palmo su mano podría cambiarlo todo. Lo hizo; y ella le dejó. La vida se mide en palmos...
yo he soñado eso..., sí
ResponderEliminarArriesgado, bajo o no bajo...Bonita medida de longitud.
ResponderEliminarMe quedo por aquí leyéndote.
Un abrazo