lunes, 2 de marzo de 2015

EL OTRO VIAJE DEL AVE


"Durante el viaje en AVE de ayer se sentó enfrente de mí, al otro lado de la mesa, una mujer de unos cuarenta años. Llevaba las gafas en lo alto de la cabeza y algo buscaba en su bolso. Sacó una bolsa de plástico con un libro recién comprado en la estación. Estaba aún precintado. Se puso las gafas y empezó a arañar el plástico intentando abrirlo. Me hizo gracia el afán que le puso sin conseguir su objetivo. Entonces se me ocurrió plantearle un juego. Le propuse cambiar su libro precintado por uno mío, dedicado, a cambio de que me mandara una crítica al correo electrónico que ya le había anotado en una servilleta. Mi novela tenía más páginas que la suya, de manera que no salía perdiendo. Le hizo gracia el trato y empezó a leer en ese mismo momento. Yo notaba que de vez en cuando me miraba. Le parecía curioso tener enfrente al autor y se la veía con ganas de hacerme preguntas. Entonces cerró el libro y me propuso invitarme a un café en el vagón restaurante a condición de que la llamara cualquier día al teléfono que ya me había convenientemente anotado en una servilleta".
Esto se me ocurrió durante un tedioso viaje a Barcelona un día en que ni por asomo había una sola mujer interesante en el vagón. La imaginación siempre se alía con los ilusos.

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