A mi familia le horrorizó la idea, pero al final nos casamos como quisimos. Mi madre, que tenía un vestido encargado para lucirlo en las bodegas de Jerez, tuvo que cambiar de modelo por miedo a perder los zapatos en el barro. Mi padre, tradicional como él solo, no aceptó deshacerse de su chaqué. Fue curioso verlos allí tan elegantes entre las ovejas. Luego, más animada, mi madre se lanzó a bailar descalza ante la insistencia de mi mejor amigo; y mi padre, al quinto whisky, se congestionaba al final de un prado intentando sacar alguna nota a una gaita.
Pues no te digo nada los comentarios que hubo esa noche en el redil, encantadas estaban, las tías. Hayquéverlospadresdelnovioquésalaos...
ResponderEliminarPor cierto, ¿se podrá llamar tías a las ovejas?
Abrazos
Menudo panorama, jajajajaja. A veces la originalidad no acaba tan mal... Después de todo, la improvisación seguramente en estos casos sea lo mejor. Yo creo que se pueden llamar tías a las ovejas, todo depende de la familiaridad que se tenga con ellas ;) saludos
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