Ayer mi hija me preguntó cómo conocí a su madre, y se lo tuve que contar:
"Verás, yo estaba corriendo por el Retiro, a mi ritmo, ya sabes, cuando de pronto vi que una chica guapísima venía hacia mí. Para impresionarla, aceleré mi paso hasta llegar a un sprint en toda regla. Nos cruzamos y esperé a perderla de vista para detenerme medio asfixiado y recobrar la respiración sentado en un banco. Un flato espantoso me dejó blanco. Tan mala cara tenía que la gente se paraba para preguntar. Pues bien, una de aquellas personas era médico, y meses más tarde me casé con ella".
No sé por qué, pero mi hija no me creyó, aunque su ataque de risa mereció la pena. Después, llamó a mi mujer al hospital para confirmarlo.
Pues es una historia encantadora. Mola
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