Ayer la reconocí en la manifestación de Berlín. Yo estaba detrás de mi escudo y ella me tiraba huevos desde la primera fila. A la orden de nuestro jefe de sección empezamos a cargar para disolverlos. Ella cayó al suelo cuando llegamos a su lado.
Esta mañana la he vuelto a ver. Como cada semana, he ido a su librería en la Grüffenbastrasse. Tiene una herida en la frente y cojea un poco. Hemos hablado de todo y de nada. Mientras pagaba mis libros, la he pedido perdón en silencio.
No sé si es suficiente, la próxima vez que le lleve un café y un gelocatil también.
ResponderEliminar¿Cayó al suelo para que tú te fijases? ¿Para que volvieras hoy a la librería a ingteresarte por ella? ¿Para que la pidieras perdón? Pedazo de estratega.
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