"Al llegar a mi estudio, me pidió descansar una hora antes de posar, a lo que accedí encantado mientras preparaba el material. Me gustaba verla dormir vestida para luego pintarla desnuda. Mi parte favorita de sus piernas era justo la que tapaba su falda. Para pintarla, siempre preferí imaginar lo escondido que disfrutar de lo evidente. Después de la sesión, ya era otra cosa".
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