Artículo para
YOROKOBU. Mayo 2013.
EL OTRO FINAL DE…
BLADE RUNNER
Todo el mundo quería
abandonar Los Ángeles. En el año 2019 solo los inadaptados y la gente del hampa
se quedaban por allí siendo los dueños y señores de las calles. Los demás
soñaban con marcharse a las colonias del mundo exterior y empezar de nuevo.
Cuando Deckard vio
morir a Roy Batty ya tenía claro lo que iba a hacer. Decidió desobedecer la
orden de sus superiores y junto a Rachael huyó del país. Había oído hablar de
un lugar donde el sol aún calentaba y solo llovía cuando tenía que llover. Su
nave tenía autonomía de sobra para cruzar el charco, así que en unas horas
llegaron a España.
El navegador les
llevó hasta el aeropuerto de Castellón, un lugar inhóspito y en ruinas que
jamás vio aterrizar un avión. Un paisano que estaba por allí paseando a su
perro pensó que había comenzado una invasión extraterrestre. Después se
tranquilizó al ver salir de la nave a una mujer con abrigo de pieles y unos
supertaconazos de impresión. Tan fascinado quedó que no puso objeción en
acercarlos a la ciudad.
Deckard leía el
folleto de la agencia de viajes en el asiento del copiloto de un Peugeot 205.
La crisis en la que el país estaba sumido los últimos diez años no permitía
cambiar de coche a la ligera.
Lo más parecido a Los
Ángeles resultó ser Benidorm. Alquilaron un apartamento en una de las
torres en quinta fila de playa, una en cuyos bajos había un Mercadona. Los
primeros días se sentían como en casa porque en la calle había tantos chinos
como en su barrio. Compraron unas gafas de sol a un senegalés y se dedicaron a
buscar trabajo. Al concejal de seguridad del ayuntamiento le dio un ataque de
risa cuando Deckard le explicó que pretendía trabajar como policía. Ni
dirigiendo el tráfico, le dijo. Rachael, más sosa y con un curriculum flojito,
aceptó poner copas en la piscina de un hotel. Con su sueldo y algo de sus
ahorros podían aguantar un tiempo, pero no mucho. Deckard, cansado de las colas
en el INEM, probó suerte esculpiendo figuras de arena en la playa. Hoy aún se
le puede ver en el paseo marítimo; es un tío cachas de mirada penetrante que le
ha cogido el gustillo a beber en botijo.
Tienen un hijo, Roy,
mitad humano mitad androide. Ha nacido con una pequeña malformación en una
rodilla, nada que no se pueda solucionar pidiendo una pieza a Alemania.
He oído decir que por allí anda también un tal Helmut Brandauer. Y luego dicen que Benidorm es aburrido.
ResponderEliminarAbrazosssssss
Final adecuado.
ResponderEliminarBenidorm es como el arca de Noe. Si se hundiera la tierra habría que meterse allí.