Armando es ayudante de quirófano, una labor en la que siempre se había mostrado competente hasta el día que se enamoró de Carolina, la nueva cirujana jefe, que le ha hecho perder la cabeza.
Ayer fue su cumpleaños y entre todo el equipo compraron un pañuelo de seda de Loewe, un toque de distinción que Carolina agradeció repartiendo besos antes de salir hacia casa.
Armando quiso quedarse el último disimulando con un innecesario repaso a la agenda. Cuando Carolina se acercó a él, el ayudante sacó un sobre de su bata y se lo entregó a condición de que lo abriera en casa. Carolina lo guardó en su bolso pensando que era una carta standar de felicitación, una de esas con mucho colorín que tienen música cuando las abres.
Llegó a casa cansada después de una exigente jornada. Mientras se desnudaba para ducharse, se acordó del sobre. Y en el mismo momento que leía con sorpresa e incredulidad su contenido, entró su marido en la habitación. Carolina, incapaz de reaccionar ante la simple pregunta "¿qué es eso?", improvisó lo primero que se le vino a la cabeza intentando disimular su nerviosa y precipitada cavilación. Pasados unos segundos de incertidumbre, le dio el contenido del sobre a su marido al grito de ¡sorpresa!.
Invitación para dos personas. Dos noches.
Parador Nacional de Granada.
La Alhambra, Granada.
Llegada 14 de abril
Salida 16 de abril
En espera de confirmación.
Esta mañana, Carolina y Armando han hablado en privado en un reservado de una cafetería cercana al hospital y lo han dejado todo claro. Armando se temía lo peor, sin embargo, Carolina sólo le ha pedido que cambie las fechas y el Parador.
Je,je. Los polvetes clandestinos en los paradores nacionales, son geniales.
ResponderEliminarLa rima fue casualidad.
...yo, con tal de estar en La Alhambra, hubiera repetido...
ResponderEliminar¡Vaya con la cirujana jefe!...en un visto y no visto, ha matado dos pájaros de un tiro...¡pum!
ResponderEliminarSi es que el refranero español es sabio: el que no llora, no mama.
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