Se me va de las manos la barba, el desmadre en el peinado y la ausencia de voluntad para dominarlo. Se me van de las manos las noches en que solo duermo. Se me va de las manos lo que como antes de sentarme a comer. Se me van de las manos los improperios mascullados ante la mala educación. También se me va de las manos mi espíritu diletante y la desgana ante cualquier manual de instrucciones. Se me va de las manos los días que tardo en llamar por teléfono a un amigo y la prontitud con que lo hago ante cualquier reclamación. Se me va de las manos el arroz en la paella. Se me van de las manos los cálculos, las mediciones y los resultados irrefutables. Se me van de las manos los esquemas breves y las historias largas. Se me van de las manos los noes instantáneos en lugar de los síes meditados y, por desgracia, también las palabras que dejo de usar sin remplazarlas.
Se me van de las manos, querido Jorge, los momentos en que, mientras camino solo, me digo que esto se me está yendo de las manos.
Lista dedicada a Jorge Silleras.
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