martes, 17 de mayo de 2011

LOS FINALES

Antes de ayer me acosté cansado. En la cama dudé si coger el libro o dejarlo para ocasión más lúcida. Venga, me dije, haz un esfuerzo. Se trataba de una novela francamente entretenida, y estaba a punto de terminarla, faltaba el último capítulo, el famoso desenlace, ese momento álgido en que se puede encumbrar todo lo anterior o tirarlo por tierra sin remisión. Me pesaban los brazos, así que apoyé el libro en el pecho. El capítulo empezó por todo lo alto, con un golpe de efecto genial que al instante me provocó ganas de seguir leyendo sin parar. Cuando llevaba cinco páginas y quedaban otras tantas para el final, me quedé dormido. El libro fue cayendo a cámara lenta sobre el edredón, al mismo ritmo con que se me abría la boca y se me torcía el gesto. Se me puso cara de bueno, como a todos, y más cuando empecé a soñar. Soñé, lo juro, con el final del libro, es decir, continué con la historia mientras dormía. Fue una escena maravillosa, digna del mejor de los directores, una idea original en un guión diseñado para dejar impactado al espectador. Fue, en resumen, un sueño increíble.
Y ahora tengo una duda: no sé si leer el final del libro o quedarme con el mío.
Debería estar prohibido soñar con finales. Ésta noche, sin ir más lejos, he soñado con las elecciones del domingo. Lo reconozco, no me baja la fiebre, tengo sudores, temblores y mi estómago no admite un piñón. Lo mío es un drama. No sé como Rappel lo aguanta tan bien.

2 comentarios:

  1. Supongo que no va a hacernos partícipes de ese maravilloso final, Sr. Caunedo...
    Sabe? Hay un libro que tengo sobre mi mesilla que leí hace mucho tiempo, bueno, supongo que no puedo catalogar como "leído" porque nunca he querido llegar al final. Y era un libro que me gustaba... No voy a decir el título :-)
    Un saludo

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  2. No , es fácil , no Rafael ser vidente" en sueños o pesadillas (lo del domingo)

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