lunes, 20 de febrero de 2017

KOTARO YU

Kotaro Yu era poca cosa: de estatura escasa y  complexión en apariencia frágil. Tan delgada que la ropa siempre parecía quedarle grande, como si se la comprara para otra persona. Le gustaba trabajar con camisa beige abotonada hasta el cuello, pantalón de algodón claro y zapatos de goma. No usaba delantal ni gorro. Nada de relojes, anillos o pulseras. Ni pelos en los brazos. Tan solo llegaba con una bolsa con los ingredientes del día y, colgado al hombro, una especie de rollo de cuero curtido en el que varios cuchillos se mantenían bien sujetos para el transporte, colocados por tamaño. El paquete iba sujeto con un cordón negro y jamás lo abrió antes de que empezara la clase.
Era mayor; como yo. O más.

domingo, 12 de febrero de 2017

TRAJE SASTRE


Tanto elogio era innecesario, aunque supuse que entraba dentro de las obligaciones de un sastre. Solo con asentir me bastó para terminar y con mi complacencia dejamos por fin zanjado el tema del traje. Tan solo quedaba pedir que lo llevaran a casa a la mayor brevedad posible. Así que, mientras un empleado recogía todo con la meticulosidad de un cirujano, yo tecleaba mi PIN personal en el datáfono, aceptando con un simple OK que una cifra nada despreciable de libras saliera de mi cuenta para pasar a la de Henry Poole...

lunes, 6 de febrero de 2017

MIRADA DE ENFERMO

Mi vecina, que a la vez es mi médica, me contó cómo debía tomar las medicinas. Al hacerlo, señaló con la punta del bolígrafo las notas que había escrito en un papel, y lo repitió varias veces como si estuviera dando clase de matemáticas a un niño. Me resultó algo vergonzoso que pensara adecuado anotarme una posología tan simple: “De estas te tomas tres al día, una después de cada comida. Y de estas te tomas una antes de acostarte. Lo haces durante tres días. ¿Entendido?”. Era sencillo, y sin embargo ella prefirió escribirlo con todo detalle. Quise pensar que lo hacía por celo profesional, y no porque me considerara incapaz de entenderlo a la primera. Tal vez, pensé, mi mirada de enfermo proyectara una imagen autista de mi persona...

jueves, 2 de febrero de 2017

ESA MEMORIA

El teatro estaba cerrado por su acceso principal, como es lo normal a esas horas de la mañana, así que directamente fui a la entrada de artistas de la calle lateral, donde un telefonillo roñoso era la única vía de comunicación con el interior. Me abrió un técnico de iluminación al que conocía de otras ocasiones pero del que había olvidado el nombre. Él, sin embargo, me trató por el mío y me acompañó hasta la entrada lateral de la platea, rogándome hiciera el menor ruido posible porque el ensayo estaba en marcha.
Ya sabe que a su mujer no le gusta que la interrumpan ⸻me dijo susurrando antes de entrar.
Ex mujer ⸻aclaré⸻. Ex.
Al parecer aquel tipo era bueno con los nombres, pero muy malo para acordarse de lo importante.