Como cada atardecer, recorríamos la playa caminando para despedirnos del sol. Siempre llegábamos a un mismo punto y nos dábamos la vuelta. Aquel día, al hacerlo, vimos que de las cuatro huellas de nuestros pies sólo quedaban dos, las otras se las habían comido las olas, de suerte que parecía que uno de nosotros había desaparecido. Ambos reparamos en ello. Parados unos segundos en silencio sopesando aquel presagio decidimos que uno de los dos no debería volver.
por Rafael Caunedo © todos los derechos reservados. http://rafacaunedo.wixsite.com/escritor
lunes, 30 de julio de 2012
miércoles, 25 de julio de 2012
INFIELES
Buscando salir de la rutina de su matrimonio e intentando encontrar la excitación sexual perdida, se citaban cada fin de semana en un hotel diferente como si fueran dos desconocidos. El juego consistía en comportarse como si estuvieran siendo infieles a sus respectivas parejas. Tanto les gustó la experiencia que decidieron aplicarla a su vida diaria y cada uno mantuvo durante meses varias relaciones extramatrimoniales.
Pasado un tiempo ya no se citaban en los hoteles, bastaba con quedarse en casa para darse cuenta de que no se conocían.
lunes, 23 de julio de 2012
ATENCIÓN AL CLIENTE
Me fijé en él antes de que me viera. Parecía desorientado, aturdido. Iba de un sitio a otro recibiendo los empujones de quienes compartían su espacio por los pasillos del centro comercial. Estaba en la sección de cosméticos, pero era evidente que eso no era lo que buscaba. Intentaba hablar con otros pero la precipitación de las rebajas les impedían pararse para atenderle. Por fin reparó en mí y se encaminó hacia mi mesa. Su cara cambió al comprobar mi predisposición a ayudarle. Llegó sudoroso y completamente desesperado. Se fijó en la chapita sobre mi solapa: Srta. Lorena, Atención al cliente, y después me preguntó: "Perdone ¿ha visto a mi mujer?"
lunes, 16 de julio de 2012
EL BOSQUE DE LOS NIETOS
Cuando yo era pequeño, mi abuelo convocó a sus diecinueve nietos para que le acompañáramos a un vivero. Cada uno debíamos elegir un árbol para plantarlo al final del jardín y así disponer con el tiempo de un bosque: "El bosque de los nietos".
Cada uno eligió el más acorde con su personalidad. El prepotente mostró su arrogancia con una secuoya. Al desequilibrado le gustó el alcornoque. Al aventurero le inspiró el castaño para construir una cabaña en sus ramas. Al vago le convenció la sombra de un olivo. El siniestro eligió un ciprés.
Yo, como iluso de la familia, me encapriché de un álamo blanco. Alguien me había dicho que su tronco era el idóneo para tallar corazones. Lo que nadie me explicó fue cuántos había que tallar hasta llegar al definitivo. Lo digo porque está pasando el tiempo y ya me estoy quedando sin hueco.
lunes, 9 de julio de 2012
YO Y LA ANTIMATERIA
De los tres, ella era la única que sabía qué era eso del Bosón de Higgs. Estábamos de excursión en la montaña, y aprovechando un descanso junto a la ribera de un río, nos lo explicó. Los dos la mirábamos arrobados mientras movía las manos para hablar de la antimateria; mi amigo con cara de listo y yo de tonto. Él, mucho más inteligente que yo, sin duda lo estaba entendiendo todo. Yo, en cambio, nada; así que me dediqué a mirarla el escote. Cuando terminó la explicación mi amigo hizo una pregunta pertinente, una de esas con enjundia. Yo, que seguía a lo mío, le miraba con envidia. Ella ya sólo se dirigía a él. Entonces yo, celoso como nunca había estado, me quedé mirando al cielo con cara de filósofo interesante buscando una pregunta que la atrajera hacia mí. Tardé un poco, pero al final lo conseguí: "¿Quedarán cervezas en casa?" Me miró durante una milésima de segundo, el tiempo justo para convertirme en antimateria.
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