jueves, 31 de enero de 2013

MI HORÓSCOPO

Nunca lo hago, pero en un ataque de aburrimiento hoy he leído mi horóscopo. Y dice: "Tengas o no tengas pareja, aparecerá alguien en tu vida que te producirá un gran impacto. Será muy difícil que no vivas esa historia". Y aquí estoy, sin poder apartarme de la ventana esperando que alguien interesante pase por la calle para bajar y hacerme el encontradizo.

jueves, 24 de enero de 2013

LA CARTA

Después de discutir con la que por entonces era mi novia decidí plantarla y emborracharme solo. Llegué a casa sin poder enfocar la mirada en el reloj para saber la hora. Aún así, me senté en la mesa y escribí una carta desahogando toda mi rabia. Recuerdo vagamente haber salido luego para buscar un buzón.
A la mañana siguiente, en la ducha, me acordé justamente de esa parte aunque no recordaba nada de lo que había escrito en la carta. Ante la duda lo mejor era recuperarla para no arrepentirme más tarde. Esperé al cartero. Cuando abrió el buzón le expliqué el caso. Al principio pensó en llamar a la policía, pero por miedo a mi incierta reacción, decidió que lo mejor era acceder a mi pretensión. Busqué en la saca hasta que encontré un sobre arrugado con mi letra. Sólo decía "Ev a GrF,.hae.  mMarid". Lo abrí y comprobé que estaba vacío. El cartero, confundido, me pidió una explicación, pero fui incapaz de dársela. Al llegar a casa mi madre me estaba esperando para que le aclarara qué eran aquellas barbaridades que estaban escritas sobre el mantel.

martes, 22 de enero de 2013

EL AMOR Y EL ARTE

En materia de AMOR, la abstracción está bien para un rato, luego me canso y busco algo más figurativo. Aunque claro, huyo de las naturalezas muertas. A veces me dejo llevar y elijo algo de impresionismo; me lleno de color y me emborracho de luz. Con la resaca me acurruco en lo naif. Una vez salí con una chica naif y me harté de contar ovejitas. La sustituí por una surrealista. Duré con ella hasta que se me acabó el dinero para el psicoanalista. Eso sí, mi peor experiencia fue con el puntillismo; no puedo con las tiquis-miquis. Ahora estoy en fase performance intentando huir del hiperrealismo, aunque me han hablado del neo brutalismo y estoy loco por probarlo.

lunes, 21 de enero de 2013

UNA HISTORIA DE GARAJE

En el mismo edificio que yo trabaja también una mujer guapísima. Es una alta directiva de una consultoría que pasa el día dos plantas más arriba. De vez en cuando coincidimos en el ascensor. Un día ella llevaba mala cara, estaba pálida y se apoyaba en la puerta con pose desmadejada. ¿Te encuentras bien?, la pregunté. Buscando las llaves del coche en su bolso de Prada me dijo que no, que estaba mareada. Y yo, que vi allí la oportunidad de mi vida, me ofrecí a llevarla a su casa en su coche y luego volver a la oficina en taxi para recoger el mío. Me miró de arriba a abajo y, en plena náusea, accedió. Me vomitó en los zapatos. Su coche resultó ser un todo terreno, uno de esos que, comparado con el mío, era como conducir un trailer, y encima automático. A la segunda columna ya me había cargado el retrovisor derecho y arañado la puerta. Me bajé apurado para comprobar los daños. Ella, rápida como un felino, se había pasado ya al asiento del conductor. Déjalo, no te preocupes, ya me encuentro mejor. Y debía ser verdad porque había recobrado el color en las mejillas. Luego subió la ventanilla y se quedó un rato hablando sola. Fui incapaz de leer sus labios, pero me lo pude imaginar. Otras veces hemos vuelto a coincidir, pero ya nunca alargamos la conversación más allá de un protocolario saludo.

domingo, 20 de enero de 2013

EL TAXISTA ESCOCÉS


(...es recomendable escuchar el vídeo durante la lectura...)
Si alguna vez me hubieran dicho que un día iba a terminar en los brazos de un taxista escocés, no me lo hubiera creído, pero eso fue justamente lo que ocurrió durante el Escocia-Inglaterra del seis naciones de rugby en Murrayfield. Yo, españolito de pro con tendencia a sentirme del lugar donde viva en cada momento, ya empecé a llorar con el himno. Lo demás vino rodado. El rugby es una religión allí y yo, devoto como el que más, canté con ellos abrazado al primero que pillé. Resultó ser un taxista. Le pasé el brazo por los hombros como quien abraza una encina centenaria. La emoción del partido sumada a las Guinness que nos tomamos a la salida hizo que celebráramos la victoria hasta altas horas con sus amigos, todos ellos esponjas 'made in Scotland'. Al final, casi inconsciente, me llevó en su taxi a mi casa alquilada en el centro de Edimburgo sin cobrarme la carrera y me acostó como a un niño. Desde entonces somos amigos y cada año me llama desde el campo para cantar juntos el himno. Y siempre me emociono.
http://www.youtube.com/watch?v=88a2L9hoLIo

miércoles, 16 de enero de 2013

MENTIRA PIADOSA

En 1989 yo tenía veintitrés años y vivía en Dublín, en casa de la señora Braybrooke. Un día recibí una carta de mi mejor amigo desde Alemania. Cuando abrí el sobre sentí que algo se había caído al suelo; parecía arena o algo así. Me dio mucha envidia saber que mi amigo estaba viviendo en primera persona la caída del muro en Berlín. Quiso dar un golpe de efecto mandándome algo de gravilla recogida justo en la base del muro y así tener yo un recuerdo. El caso es que al terminar la carta me tiré al suelo para buscar restos de historia del siglo XX entre las hebras de la moqueta. La casa de la señora Braybrooke no se caracterizaba por su limpieza, de suerte que recogí lo que pude. A todo el mundo que viene a casa le cuento que son auténticos restos del muro, pero yo sé que algo de aquel jardín irlandés hace las mismas funciones.

lunes, 14 de enero de 2013

RECUERDOS

Mi padre dejó la docencia hace muchos años, pero aún va por ahí con su viejo maletín de profesor. Ayer vino a comer a casa y por primera vez en su vida se marchó sin él. Lo dejó olvidado en el mueble de la entrada, justo al lado de una fotografía de mi madre. Últimamente se le olvidan las cosas. No reparé en él hasta la noche, y antes de acostarme le quise echar un vistazo. No sentí decepción al ver que estaba vació, sólo tristeza y añoranza  de los tiempos en que éramos una familia completa. Hoy hemos quedado también a comer. Me gustaría devolverle el maletín lleno de recuerdos para que, cuando se le olviden, los tenga a mano para vivirlos de nuevo.

miércoles, 9 de enero de 2013

MATEMÁTICAS EGB

A mí me gustaban las matemáticas de la EGB y la hija de los amigos de mis padres que me las explicaba al llegar a casa. Aprendí a hacer raíces cuadradas gracias a la menta de sus chicles; supe que el máximo común divisor vestía de blanco al final de sus muslos; y comprendí gracias al escote de sus camisas que toda ecuación que se precie también tiene, aparte de la X, una Y como incógnita para despejar.

EL DESTINO

Hace unos años estuve a punto de morir. Lo evitó un estudiante de último curso de medicina que buceaba conmigo en el mismo grupo. Un fallo en mi botella de aire hizo que tuviéramos que compartir la suya mientras ascendíamos a la superficie. Ya en el barco, le di un largo abrazo y le prometí agradecérselo con algo especial. Estuve unos días pensando qué le podía regalar. Todo me parecía poca cosa, sin valor si lo comparaba con lo que él hizo por mí. Un día que me sentí inspirado se me ocurrió algo: le llamé por teléfono y le presenté a mi hija, mi tesoro más preciado y el mejor regalo que podía hacerle.
La cosa funcionó y hoy, de madrugada, me han hecho abuelo de un par de preciosas gemelas.

lunes, 7 de enero de 2013

LA LIBRERA POLACA

Entre los libros de mi biblioteca hay uno en polaco. Lo compré hace unos años en un pueblecito cerca de Varsovia. Recuerdo estar paseando de vuelta al hotel cuando en el escaparate de una pequeña librería vi a una joven cambiando una bombilla subida en una silla. Tenía los brazos en alto de manera que su ombligo quedaba al descubierto al subirse su camisa. Era un ombligo feliz, sonreía todo el rato, y daba ganas de besarlo. Cuando entré, el ombligo ya había desaparecido. Su dueña, una pelirroja de melena recogida con un moño que se deshacía, me atendió detrás de un mostrador bajito mientras se colocaba un lápiz en la oreja. Quise pedirla que me envolviera su ombligo en papel de regalo, pero para no resultar atrevido, ni loco, tan sólo cogí un libro al azar de la mesa de novedades. Hoy, ese libro está en mi casa y de vez en cuando me gusta tenerlo entre las manos, aunque no entienda una palabra, para poder hacerme la ilusión de que sujeto sus caderas mientras cambia una bombilla.