por Rafael Caunedo © todos los derechos reservados. http://rafacaunedo.wixsite.com/escritor
lunes, 4 de diciembre de 2017
domingo, 3 de diciembre de 2017
LLEGÓ EL DÍA
Cogió la botella por el cuello con la fuerza de un estrangulador fuera de sí y la guardó con rapidez para evitar tentaciones, soltándola dentro del armario como si le quemara en las manos. Se preparó un café doble estrujando la cápsula con más fuerza de la necesaria. Un olor agradable le reconfortó mientras miraba atontado como la taza se iba llenando. El café siempre estuvo de su parte. Volvió a mirar la hora. Las nueve y tres.
Se plantó frente al ventanal. La cucharilla sobre el plato tintineaba. El café estuvo a punto de derramarse antes de que diera el primer sorbo. Era incapaz de controlar aquel temblor, una especie de combinación entre ansiedad por beber e inquietud por lo que pudiera pasar a partir de esa mañana. Frente a él se extendía Barcelona. El día nacía y él se la jugaba. O todo o nada.
El director de comunicación de la editorial había propuesto aquel día para el lanzamiento y le pareció bien. Últimamente todo le parecía bien, como si fuera mejor no hacer cálculos ni especulaciones y dejar todo en manos del azar. ¿Qué más daba un día que otro? ¿Acaso todos los éxitos se han publicado el mismo día?
Sorbió café y se secó los labios con los dedos. Notó suave su barbilla. Se acababa de afeitar. Hacía meses que no lo hacía. Se acarició la cara mientras miraba la torre Glòries al fondo de un cuadro que, a pesar de ser su habitual paisaje, aquel día parecía nuevo para él. Sobrio, afeitado y disfrutando de la belleza del edificio de Nouvel que siempre le dejó indiferente. Todo podría cambiar; para bien o para mal. La moneda giraba en el aire. Sorbió un último trago y una gota de café le cayó en la corbata. Mal empezamos.
sábado, 2 de diciembre de 2017
martes, 28 de noviembre de 2017
LA VENTANA
Me dirigí hacia la ventana para
descorrer las deslucidas cortinas. Al hacerlo, vi tres moscas muertas en el
alfeizar, patas arriba. Las imaginé confabulando para su suicidio. Me pregunté entonces cuánto tiempo podría yo
vivir allí sin que se me pasara por la cabeza la idea de matarme. Me quedé plantado con el abrigo puesto, mirando como el cielo gris se
confundía con la nieve de los tejados. Noté que me dolían las rodillas. Las froté con cierta violencia para ver si así entraban en calor y se mitigaba el dolor.
El esfuerzo hizo que mi aliento se condensara en una efímera nubecilla de vaho
que durante unos segundos se pegó al cristal, tiempo que aproveché para dibujar
un aspa con la punta del dedo. Fue como una especie de tachadura. Una equis. La
incógnita de una ecuación.
martes, 14 de noviembre de 2017
martes, 31 de octubre de 2017
CAMBIO DE HORA
La conocí el sábado pasado durante el cambio de hora, justo en el momento en que los relojes se atrasan y una hora desaparece en el tiempo. Tuve que entrar otra vez en el bar, presentarme de nuevo y volver a repetir las mismas tonterías con las que rio la primera vez.
domingo, 29 de octubre de 2017
EL TIPO DEL BANCO
"Paseaba por las calles de su barrio hasta llegar a un parque, uno de esos solares de derribo con dos bancos de madera pintados con grafitis, una papelera oxidada por la base a punto de caer, un arenero para niños sin niños, un columpio de película de miedo, tres mierdas de perro y un charco al final del tobogán. Se sentaba y se imaginaba fuera de allí, lejos, en algún lugar que necesitara conexión de dos vuelos, o más, y volver cuando todo hubiera acabado..."
jueves, 5 de octubre de 2017
QUE TODO SEA MENTIRA, POR FAVOR.
Contengo las ganas de pedir un gin tonic gracias a la insulsez de un té. Estoy sentada en una butaca de un hotel de Barcelona, ligeramente incorporada hacia delante,
hojeando un periódico sin descubrir nada que no sepa. Apenas soy consciente de que doy vueltas al azúcar con la cucharilla, produciendo un leve tintineo
en el silencio de la sala. Mastico una pasta. Bajé del AVE de Madrid a primera hora de la mañana y llevo todo el día de reunión en
reunión, en pie con una desangelada ensalada de queso y nueces, así que de buena gana me quitaría los zapatos, y me dejaría invadir por el sueño, acogida por la seductora blandura de estos sillones, con el tentador deseo de despertar y que todo esto sea mentira.
viernes, 29 de septiembre de 2017
MAL DÍA
No había pegado ojo. De ello daban fe sus ojeras. Se miró en el espejo para comprobar si habían mermado en cantidad suficiente como para pasar desapercibidas. Por un momento se arrepintió de no llevar en el bolso un iluminador como sus amigas. Hace milagros, le decían. Ella había nacido sin ese gen coqueto y femenino. De hecho, no llevaba ni bolso. Una mochila de pequeño tamaño comprada en el Decathlon hacía sus funciones. Dentro una cartera de piel negra y masculina, las llaves de casa, un lápiz de IKEA, un paquete de chicles gastado, la Tablet, caramelos y dos bastoncillos para los oídos de los que ni siquiera tenía constancia. Y Kleenex, aquel día cogió Kleenex. El fin de semana se preveía complicado.
jueves, 15 de junio de 2017
SORTEO
Con motivo del día mundial de la ELA, 21 de junio...
NORMA ÚNICA DEL SORTEO
Para participar solo teneis que escribir en este evento una pequeña reflexión, pensamiento o... lo que sea, pero que obligatoriamente esté relacionado con la ELA (Esclerosis lateral amiotrófica).
Con esto solo pretendo que os paréis unos segundos a pensar en ella. Que sea una enfermedad rara no quiere decir que tenga que ser desconocida. Muchas gracias por colaborar con vuestras publicaciones. Se agradece la difusión.
El ganador será por sorteo y se dará a conocer el lunes 19 de junio, a las 12'00 h.
NORMA ÚNICA DEL SORTEO
Para participar solo teneis que escribir en este evento una pequeña reflexión, pensamiento o... lo que sea, pero que obligatoriamente esté relacionado con la ELA (Esclerosis lateral amiotrófica).
Con esto solo pretendo que os paréis unos segundos a pensar en ella. Que sea una enfermedad rara no quiere decir que tenga que ser desconocida. Muchas gracias por colaborar con vuestras publicaciones. Se agradece la difusión.
El ganador será por sorteo y se dará a conocer el lunes 19 de junio, a las 12'00 h.
domingo, 21 de mayo de 2017
EL COCHE ROJO
Juanchu, dieciséis años;
cabeza apoyada en la ventanilla; cascos con música muy alta; el móvil en la
mano sudada; mirada perdida en el gris difuso del asfalto. Las líneas
discontinuas de la carretera parpadean ante sus ojos. Lo aturden. Parece no
pensar en nada.
Solo lo parece.
En realidad está
sopesando lo patético que resulta que todo el mundo los adelante. Su padre y su
dichosa manía de conducir despacio. Para Juanchu no sobrepasar el límite de
velocidad es ir despacio. Muy despacio. Cuenta
los coches que les pasan. Al llegar a veinte se cansa. Cambia de canción; es
incapaz de oír una canción completa. Le puede la impaciencia por pasar a otra.
Las canciones son tan lentas como su padre.
Su madre se gira para
decirle algo. No la oye. No le apetece oírla, pero ante su gesto de desagrado,
se ahueca el auricular. Le pregunta si quiere merendar. Juanchu niega con la
cabeza. Merendar es de pequeños.
Se fija en la cabeza de
su padre. Desde que le pasó lo del ERE ha perdido pelo. Suerte que no perdió el
empleo. Por los pelos. Juanchu sonríe por su juego de palabras. Le mira la
camisa de cuadros, la misma de siempre. ¿Cuánto hace que su padre no se compra
ropa? Se asoma por encima de sus hombros para ver el cuentakilómetros. Por Dios.
Resopla y se deja caer en el asiento como un peso muerto. Cambia de canción. Un
autobús de línea los adelanta y Juanchu intercambia una mirada insustancial con
uno de los pasajeros, otro como él. Su padre dice que conduce así para consumir
menos e ir más seguro. Venga ya, papá, no fastidies. Está harto de las
lecciones de urbanidad y buena conducta. Ahora hasta va en bicicleta al
trabajo. ¡En bici! Una de esas que ha puesto el ayuntamiento. Por ahorrar.
Juanchu no entiende el ahorro. Si lo tengo, lo gasto.
Mira el reloj del
salpicadero. No puede ser. ¿Está roto o qué? Piensa que van a llegar tarde al
pueblo. En el fondo le da igual. Odia el pueblo. Se aburre en la casa de sus
abuelos. Sin wifi el mundo es una mierda.
De pronto, un coche rojo,
uno bueno, les pasa a toda velocidad. Suena como un cohete despegando. Juanchu
estira el cuello y se asoma por encima de los hombros de su padre. Quiere saber
qué coche es. Se hace apuestas a sí mismo. Pero le da igual la marca, es un
cochazo y punto. Lo observa mientras se pierde por la autovía en segundos. En
nada. Vuelve a su estado catatónico, esta vez imaginando que es él el que va a
los mandos de ese bólido. Cierra los ojos y se imagina con las manos en el
volante, el brazo apoyado en la ventanilla abierta, la música a tope y una
rubia en el asiento del copiloto. No, mejor morena. No, rubia. Un pibón.
Mira la hora de nuevo.
Otra canción. Las líneas de la carretera. La calva de su padre…
Y entonces ocurrió.
Dos líneas negras sobre
el asfalto, paralelas, cruzan la carretera en dirección al arcén. El
quitamiedos ha desaparecido. Hay humo y huele a quemado. Juanchu siente que el
coche frena. ¿Y ahora qué pasa? Se quita los cascos y pregunta. Nadie le
contesta. El coche para y su padre se pone un chaleco fosforescente. Su madre
le dice que tenga cuidado. Juanchu ve a su padre a través de la ventanilla: la
camisa de cuadros por fuera, el botón del pantalón desabrochado, la barriga
incipiente, el chaleco hortera. Se gira y le ve por la luna trasera. Con
torpeza salta fuera del asfalto y desaparece detrás de un pequeño terraplén. El
tac-tac de los warning es lo único que se oye en el coche. Otros vehículos
paran delante y más conductores salen con una carrera precipitada. Juanchu
piensa; por fin piensa algo. Mamá, salgo a ver. Para cuando su madre quiere
impedírselo, él ya está fuera.
Cinco hombres de pie,
todos con chaleco, camisas de cuadros y calvos. Un coche rojo bocabajo. El
motor, incomprensiblemente, sigue en marcha con un quejido comatoso. Sale humo
negro entre las ruedas que apuntan al cielo. Hay una pequeña llama que poco a
poco crece. Los hombres guardan distancia de prevención mientras avisan por sus
móviles a los servicios de emergencia. Miedo a que aquello explote. Su padre es
uno de ellos. Juanchu llega y se alinea a su lado. Mira y calla. Un joven está
inconsciente dentro del coche, sujeto por el cinturón de seguridad. Un hilo de
sangre le gotea desde la frente. A su lado una rubia. No, morena. ¿O es rubia?
Un pibón. Gime aturdida.
Puede explotar en cualquier
momento, dice uno, uno cualquiera. Y en ese momento, Juanchu ve a su padre
quitarse el chaleco y, sin pensarlo, llegar hasta el coche y meterse por la
ventanilla. Le cuesta. Está torpe. Se arrastra. Solo se le ven las piernas.
Juanchu quiere gritarle que salga de ahí. No lo hace. Mira las llamas. El motor
para de repente. El padre sale con la respiración entrecortada, tira las llaves
al suelo, y parece buscar algo. Con las manos haciendo un cuenco coge arena y
grava y la tira sobre la llama. Se apaga al cuarto intento. Humo negro y
silencio.
Los hombres le miran.
Luego se acercan y le abrazan. Le felicitan. Saben que ellos no se han atrevido
a hacerlo y eso les convierte en seres inferiores. Entonces se arrodillan junto
al coche para tranquilizar a los accidentados. El padre de Juanchu permanece de
pie, mantiene la mirada perdida intentando comprender lo que acaba de hacer. Se
gira. Su hijo le mira y se acerca hasta él. Le abraza. No se lo digas a tu
madre, le pide.
Lejos suenan sirenas.
viernes, 12 de mayo de 2017
lunes, 13 de marzo de 2017
LOS PIES Y LAS MEDIAS
Jamás
me gustó el tacto de las medias, pero reconozco que el contraste con
la suavidad de la piel que cubren es justo lo que me hace superar la
dentera. No es que en ese momento ansiara desnudarla impetuosamente
―de hecho, a mi edad la fogosidad de la pasión ya había dejado de
parecerme una alternativa seductora―, pero tampoco puedo asegurar
que en algún momento sopesara tal posibilidad. Además, los pies
no suponen para mí algo tan sensual ni excitante. Cuando leo a
Junichiro Tanizaki y descubro su pasión fetichista por los pies de
una tal Fumiko, no logro alcanzar ese punto de excitación que a él
le provocan. Más bien me dejan indiferentes. El cuerpo de una mujer
tiene, a mi juicio, lugares mucho más interesantes por los que
perderse...
(Simón B. Novela en proceso)
lunes, 20 de febrero de 2017
KOTARO YU
Kotaro
Yu era poca cosa: de estatura escasa y complexión en apariencia
frágil. Tan delgada que la ropa siempre parecía quedarle grande,
como si se la comprara para otra persona. Le gustaba trabajar con
camisa beige abotonada hasta el cuello, pantalón de
algodón claro y zapatos de goma. No usaba delantal ni gorro. Nada de
relojes, anillos o pulseras. Ni pelos en los brazos. Tan solo llegaba con
una bolsa con los ingredientes del día y, colgado al hombro, una
especie de rollo de cuero curtido en el que varios cuchillos se
mantenían bien sujetos para el transporte, colocados por tamaño. El
paquete iba sujeto con un cordón negro y jamás lo abrió antes de
que empezara la clase.
Era
mayor; como yo. O más.
domingo, 12 de febrero de 2017
TRAJE SASTRE
Tanto
elogio era innecesario, aunque supuse que entraba dentro de las
obligaciones de un sastre. Solo con asentir me bastó para
terminar y con mi complacencia dejamos por fin zanjado el tema del
traje. Tan solo quedaba pedir que lo llevaran a casa a la mayor
brevedad posible. Así que, mientras un empleado recogía todo con la meticulosidad de un cirujano, yo tecleaba mi PIN personal en
el datáfono, aceptando con un simple OK que una cifra nada
despreciable de libras saliera de mi cuenta para pasar a la de Henry Poole...
lunes, 6 de febrero de 2017
MIRADA DE ENFERMO
Mi vecina, que a la vez es mi médica, me contó cómo debía tomar las medicinas. Al
hacerlo, señaló con la punta del bolígrafo las notas que había
escrito en un papel, y lo repitió varias veces como si estuviera
dando clase de matemáticas a un niño. Me resultó algo vergonzoso
que pensara adecuado anotarme una posología tan simple: “De estas
te tomas tres al día, una después de cada comida. Y de estas te
tomas una antes de acostarte. Lo haces durante tres días.
¿Entendido?”. Era sencillo, y sin embargo ella prefirió
escribirlo con todo detalle. Quise pensar que lo hacía por celo
profesional, y no porque me considerara incapaz de entenderlo a la
primera. Tal vez, pensé, mi mirada de enfermo proyectara una imagen
autista de mi persona...
jueves, 2 de febrero de 2017
ESA MEMORIA
El
teatro estaba cerrado por su acceso principal, como es lo normal a
esas horas de la mañana, así que directamente fui a la entrada de artistas de la
calle lateral, donde un telefonillo roñoso era la única vía de
comunicación con el interior. Me abrió un técnico de iluminación al
que conocía de otras ocasiones pero del que había olvidado el
nombre. Él, sin embargo, me trató por el mío y me acompañó hasta
la entrada lateral de la platea, rogándome hiciera el menor ruido
posible porque el ensayo estaba en marcha.
⸻Ya
sabe que a su mujer no le gusta que la interrumpan ⸻me dijo
susurrando antes de entrar.
⸻Ex
mujer ⸻aclaré⸻. Ex.
Al
parecer aquel tipo era bueno con los nombres, pero muy malo para
acordarse de lo importante.
viernes, 27 de enero de 2017
EL DÍA QUE LA CAGUÉ
“No quiero volver a verte nunca
más”. La cabrona lo dejo escrito en un puto pos-it y luego lo
pegó en la nevera, junto al imán de nuestro viaje a Berlín, con
recochineo, dando por saco, como siempre. Y encima con esa letra suya
de médico internista que no hay dios que la entienda a la primera.
No me jodas.
Uno tiene también su corazoncito y en
un ataque de rabia cogí el móvil. ¿No dicen que romper una
relación por whatssap jode mucho? “Pues que te follen”,
escribí.
Luego, más calmado, conseguí
descifrar lo que ponía debajo del pos-it: “La estrenan el viernes,
¿vamos?”.
jueves, 26 de enero de 2017
MEJOR NO APUESTO
Estoy ahí en medio. Soy el único que no lee la prensa, aquel
que lleva su informe médico anual en las manos. El que mira sin
apenas interés cada uno de los apartados, la mayoría de los cuales no sé lo que
significan. Conocer la trascendencia del índice de saturación de transferrina o
saber el tiempo exacto de tromboplastina parcial activada, no hacen que me
sienta más o menos sano. Solo busco los asteriscos que los médicos colocan al
lado de cada referencia en el caso de que los resultados estuvieran
descompensados, bien por exceso o bien por defecto. La ausencia total de ellos
no consigue hacerme más feliz de lo que soy. Pasada la analítica llegan los
resultados de las biopsias, los diagnósticos endoscópicos, los
electrocardiogramas, resonancias y todo eso. La confirmación de que mi estado
de salud no tiene asteriscos no supone un punto de inflexión a partir del cual
mi ánimo repunta. Pensar en qué pasaría conmigo en el caso de que algún
asterisco malicioso se cruzara en mi camino es algo que no merece la pena.
Pensar en posibles enfermedades es, para mí, una enfermedad en sí. Tal vez
alguien debería ponerle nombre a esa patología. Siempre he evitado hacer
estimaciones de posibilidades porque jugar con el futuro supone arriesgarse a
que se cumpla lo que imaginas. ¿Para qué apostar?
miércoles, 25 de enero de 2017
IMPROVISANDO
Quité
el precinto del cepillo de dientes y me cepillé más despacio y
durante más tiempo del que suelo emplear. Quería retrasar lo máximo
posible el momento en que me quedaba a solas con ella en aquel hotel del que no recuerdo ni el nombre. Apagué la luz del baño y
salí a escena igual que los actores cuando entran en el escenario:
aparentando una seguridad que no tienen. Solo que yo ni siquiera tenía
papel.
Y
siempre he sido muy malo improvisando...
lunes, 23 de enero de 2017
FUE EN HAMBURGO
La
última vez que había estado con una mujer en la cama había sido
unas semanas atrás, en Hamburgo, cuando fui a recoger un premio de
la asociación de arquitectos. Era una mujer joven, de unos treinta
años, de cuerpo muy cuidado, sonrisa fácil y corte de pelo difícil,
atractiva según los cánones de las revistas de moda, sugerente
según los míos.
Y
muy cara...
miércoles, 18 de enero de 2017
ESA MIRADA
Nos acabábamos de levantar. Tenía una goma elástica en la muñeca. La sacó y con diestros movimientos mil veces realizados se hizo una cola de caballo, corta pero bailarina. Después me miró a mí. Masticaba. Mantenía en la mano una tostada con la muesca de su mordisco. De su café ascendía una fina espiral de humo blanco que cruzaba delante de sus ojos sin inmutarlos.
-¿Qué piensas? -pregunté.
-Nada.
Uno no puede mirar así y no estar pensando en nada. O eso al menos es lo que yo quería creer.
lunes, 16 de enero de 2017
LOS NERVIOS
La
cocina estaba incorporada en el salón, así que a mi espalda oí
como abría el grifo y se preparaba un café. Miré mi vaso
vacío sobre la mesa con dos hielos aburridos en él. Lo rellené con
un segundo whisky; no muy largo, pero tampoco corto.
En
el salón había un par de butacas y alguna silla, pero al volver prefirió sentarse en el sillón en el que yo estaba. Nos encontramos
de repente los dos mirando al fuego en silencio, ella con su café y
yo con mi whisky. En un par de ocasiones hice girar los hielos con la
punta del dedo y luego me lo chupé. Jamás había hecho eso. Jamás. Serían los nervios.
jueves, 12 de enero de 2017
DOS MESES DE DIARIO
Un día empecé a escribir un diario y al poco tiempo lo dejé porque me exigía ser demasiado sincero conmigo mismo.Comencé endulzando alguna decepción, después disimulé media docena de vicios y por último terminé por omitir todo aquello que detestaba de mí. La experiencia duró un par de meses y cuando lo dejé pensé que lo mejor era seguir haciendo lo mismo de siempre pero sin dejar constancia escrita de ello. Fue aquel día que me presenté en tu casa de madrugada, ¿recuerdas?, aquel que quisimos escribir en una servilleta nuestros objetivos para el año que acababa de entrar y no supimos qué poner...
martes, 10 de enero de 2017
PREGUNTAS DE TÍMIDO
No
tengo recuerdos precisos de hacia dónde derivó la conversación,
pero sí recuerdo la necesidad que ambos teníamos de no dejar que el
silencio nos violentara, por lo que no pasaba mucho tiempo hasta que
uno de los dos sacaba un nuevo tema. Generalmente lo hacíamos en
forma de pregunta. Como buen tímido, siempre he sido bastante rápido
encontrando preguntas y desalentadoramente lento e inseguro desarrollando las respuestas, por lo que tiendo a buscar lugares de belleza apabullante por los que pasear para que sean ellos los que rellenes mis lagunas...
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