lunes, 4 de febrero de 2013

EL 600 DE MIS PADRES

El primer coche de mis padres fue un 600 color guinda. Mi padre, con su bigotillo a lo Errol Flynn, solía conducir orgulloso con el brazo apoyado en la ventanilla. Mi madre, en cambio, ni en pleno julio bajaba la suya para no estropear su cardado. Un verano, una piedrecita que levantó el camión que nos precedía rompió el cristal delantero. Fue un disgusto mayúsculo que a punto estuvo de estropearnos las vacaciones. Fue a mi hermano a quien se le ocurrió aconsejar a mis padres que se pusieran nuestras gafas de bucear para que el aire no les dañara los ojos. Recuerdo entrar en Torremolinos de esta guisa atrayendo la atención de todo el mundo, incluida la de un sargento de la guardia civil que no paraba de reirse mientras nos multaba.

2 comentarios:

  1. Bigote y gafas de bucear, así habéis salido los hermanos...
    Abrazos

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  2. Estoy seguro que como en el Planeta de los Simios, un 600 aparecerá un día, en el extremo de una playa. Es parte de infinitas historias no contadas.

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