sábado, 5 de marzo de 2011

LA LECTORA

Cuando veo a alguien con un libro en las manos, siento la irreprimible tentación de saber qué está leyendo. Es superior a mis fuerzas y en más de una ocasión he llegado a contorsionar ridículamente el cuello para ver la portada. No es extraño que el observado se sienta incómodo, por lo que pueden pasar dos cosas: UNO, si está de mal humor, oculta el libro para que yo desista y DOS, que esté de buen humor y, con un gesto de complicidad, me muestre el título. Dejo aquí constancia que lo habitual es la versión UNO.
Ya sea en la playa, la piscina o en la consulta del dentista, me da igual, yo siempre quiero saber qué lee la gente, incluso juego a intuirlo en función de su aspecto o su comportamiento. He de decir que tras muchos años de experimentación, no he acertado una sola vez.
Pero ayer en el metro me pasó una cosa curiosa. Una mujer de unos treinta y tantos entró en el vagón cuando yo ya estaba sentado leyendo mi periódico. No quedaban sitios libres de modo que se quedó de pie frente a mí. Descrucé las piernas para no molestarla a la vez que ella sacaba un libro de su bolso. Y, entonces, pude disfrutar de uno de los sueños que nunca pensé que pudiera hacerse realidad. Aquella joven iba leyendo un libro mío. Me entraron ganas de levantarme y proponerla una dedicatoria especial, pero me dio corte. La miraba intentando descubrir a través de sus gestos si el libro la enganchaba, pero ella era tan hierática como inexpresiva. Llegaba mi parada. Me puse de pie y, al estar a su altura, no pude reprimirme. "¿Te está gustando?", la pregunté.
Se me quedó mirando con cara de "déjame en paz" mientras yo salía del vagón. Nos miramos y ella puso cara extrañada. Cuando ya caminaba por el andén y el tren arrancaba despacio me fijé que, confundida, comprobaba alucinada mi foto en la solapa de la novela.
Y allí me quedé yo, mirando cómo se iba, con la incertidumbre de saber si le estaba gustando el libro.
Hoy no he pegado ojo. Por favor, si lees éste blog, dime algo.

9 comentarios:

  1. A mí también me encanta ver lo que lee la gente y siempre me quedo con ganas de preguntar si le está gustando el libro o por dónde va (si es que yo ya lo he leído).En la consulta del fisio siempre hay una señora leyendo y la semana pasada estaba con uno de una sueca que a mí me había parecido horroroso, esta semana lee Cometas en el cielo y me quedo con las ganas porque no me atrevo a preguntarle nada.

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  2. ...María, ¿no serías tú la del metro?...

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  3. Pues la verdad es que no..No soy tan borde!

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  4. No te preocupes, seguro que le gustó. Y a toro pasado pensó que le había molado que el autor hiciera de contorsionista para ella un rato. Seguro que la próxima vez no es tan borde y hasta invita a un café al curioso pasajero del metro

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  5. Yo tampoco soy, Sr. Caunedo, pero ya tengo un Plan B. :)

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  6. Me ha encantado la visión del narrador,tú en este caso: ascendente, como en un museo donde a menudo levantas la cabeza para contemplar un cuadro y el giro brusco del relato al cambiar el ángulo de visión. Muy logrado...como soñadora nata me siento identificada. Cuando haya leido tu libro, aunque no sea la lectora del metro, te contaré mis impresiones.

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  7. ...si la encontráis, decirla que la ando buscando...
    ...millones de gracias por lo de PLAN B... hablamos...

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  8. Yo también padezco de ese impulso automático que me lleva a querer saber lo que está leyendo la gente. Incluso, debido a la facundia -no siempre bien apreciada- con la que la naturaleza me ha dotado, a veces hasta me permito comentarios o consejos sobre el tema.
    Un ejercicio que me gusta practicar cuando leo un reportaje sobre algún personaje al que acompaña foto "con fondo de librería", es intentar vencer mi incipiente presbicia para atisbar los títulos que la pueblan. Así he constatado, en más ocasiones de las que hubiese querido padecer, que muchos de los volúmenes que se alojan pulcramente en estantes o reposan elegantemente apilados sobre una mesa; pese a pertenecer a personas, domicilios y fechas diferentes...¡Son exactamente los mismos!.Os lo juro.
    Intentadlo.
    Suelen ser ejemplares de gran formato, colores neutros y con títulos-of course-en inglés; preferentemente sobre arquitectura, decoración "de diseño" y/o fotografía.
    Me imagino al entrevistador acompañado de un equipo de "atrezzo" que, entre otros enseres, porta una maleta llena de libros cuya apariencia externa se adapte a cualquier ambiente decorativo. En este punto me invade un sentimiento mestura de vergüenza ajena y mala leche, con predominio de la segunda,que me incomoda en gran medida.
    Así que, cuando el azar me obsequia con la foto de una caótica librería, atestada de títulos varios, en distintos formatos e inverosímiles posiciones de adaptación al espacio, perfecta réplica de las que invaden mi casa, me asalta una inmediata empatía con el protagonista. No puedo evitarlo.
    Esa biblioteca "vivida" nos hace cómplices en el veneno de la literatura y logra hacerme recuperar por unos momentos la fe en el tipo de inteligencia que se supone nos diferencia de otros primates.

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  9. ...Antía, comparto tu gusto por las librerías caóticas y las mesas sin huecos...y también confieso que cotilleo los lomos de los libros en las fotos de la gente... me gusta tu comentario, gracias..

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