jueves, 10 de marzo de 2011

LA FICCIÓN

Hoy he pasado la noche en un hospital; bueno, yo y Paul Auster. Hemos dormido en un sillón de esos que se tumban para que, al levantarte, te duela hasta la última vértebra. Cada poco salíamos a dar una vuelta por los pasillos. A Paul no le gustan los hospitales y a mí tampoco. Un enfermero, Pedro, nos ha sorprendido con un zumo de piña fresquito cuando estirábamos las piernas en la sala de visitas. También nos ha dado algo de conversación. Hemos estado los tres arreglando el mundo y Paul, como siempre, ha terminado hablando de Nueva York. Pedro, en un desahogo terapéutico, nos ha confesado que le acababa de dejar su pareja y Paul, viendo la posiblidad de una historia para su libro, le ha acribillado a preguntas. Menos mal que el timbre de la 522 ha requerido su asistencia porque si no me veía allí con estos dos hablando de desamor hasta el amanecer, cosa que he odiado de siempre.
Luego, a Paul le ha llamado su editor desde Estados Unidos. Me he quedado solo, sopesando el silencio y las toses lejanas, pensando en mi amigo que estaba en la cama de la 230 con E.L.A., esa gran puta.
A los cinco minutos ha vuelto Paul y me ha dispersado de nuevo para llevarme por fin otra vez de regreso a la ficción. Ahora mismo estoy caminando por Brooklyn buscando un buen sitio para tomar un café.
Gracias Paul.

7 comentarios:

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  2. Es curioso, Paul conoce muy de cerca la enfermedad, Siri Hustvedt (su esposa), tiene una salud que se le quiebra con facilidad, tal vez por eso cuando a uno no le queda otra que matar horas en un hospital, acompaña como pocos. Caminar por el puente de Brooklyn de la mano de Auster es un lujo. La ELA es una autentica hija de su madre, ojalá pudieramos conjurarla para mandarla de una patada al infierno.
    Y sabes, a mi me continua encantando charlar de los amores y desamores hasta el amanecer. Creo que la vena se me ha acrecentado con los años. A fin de cuentas, creo que pocas cosas nos importan tanto como los amores, y muy pocas nos quitan o regalan horas y conversaciones como el amor.
    Suerte a tu amigo.

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  3. ...ojalá...
    ...gracias, Anita... ya hablaremos...

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  4. No me podrías dar clases de imaginación? Creo tenerla pero no me lleva hasta Brooklyn...claro que antes hay que pasar una noche en el hospital, aunque sea con Paul no sé si me convence mucho.

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  5. Vaya, para mí el amigo Paul se ha vuelto un coñazo. Anda un poco desmemoriado y te cuenta siempre las mismas historias (aquí arreglaba cuentas con su último libro).

    Pero entiendo que en una noche larga de hospital, para desentumecerte, ayude.

    Estoy de acuerdo con la opinión sobre el ELA, pero además me gustan mucho estos textos mínimos.

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  6. ...Anne, ¿imaginación a ti?, pues pásame tú el sentimiento de tus poemas...
    ...Inma...a veces tenemos que peinar la sensibilidad... (achuchones a Currillo)...
    ...Nano... ostras, gracias por pasarte, maestro...+besos

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